4 de abril 2015. Con este signo vencerás. Autor: Cristian Camilo Cárdenas Aguirre. Seminarista tercer año de teología, Arquidiócesis de Ibagué, Colombia. Ha llegado la pascua, y con ella la alegría de la Resurrección del Señor. Una cruz ha quedado despojada de un cuerpo que ahora vive, sólo se ven manchas de sangre y un lienzo sobre ella.
Pero, ¿qué significa aquel signo? ¿Por qué honrarlo?, sabiendo que allí ha muerto un inocente.
Eusebio, en su historia eclesiástica, cuenta que el emperador Constantino, antes de entablar la batalla en el puente Milvio con los bárbaros en el año 312, tiene una visión en la que aparece una cruz luminosa en el cielo con estas palabras: “in hoc signo vinces” (con este signo vencerás); signo que para los paganos era de castigo, reservado a sediciosos y bandidos; y que para los griegos no significaba nada, lo consideraban como una estupidez. Ya para los Judíos era signo de condenación a causa de un delito capital, y por lo tanto, una maldición para la persona que allí moría (Cfr. Deuteronomio. 21,22-23).
Pero, ¿por qué la cruz simbolizaba maldición, condena, castigo, sandez?; sencillamente porque allí moría lo peor de la sociedad. Entonces, ¿Por qué Jesús muere allí? Porque Cristo se hizo maldición (Cfr. Gálatas. 3,13; Hechos. 5,30) para redimirnos desde la cruz; es por eso que “en la cruz de Cristo no sólo se ha cumplido la redención mediante el sufrimiento, sino que el sufrimiento humano ha quedado redimido” (Cfr. Salvífici doloris n. 19). La cruz, ya no es dolor, martirio y sufrimiento; pues con el sufrimiento de Cristo bastó. Ahora pasa de ser signo de dolor a ser signo de victoria.
En nuestro contexto, la cruz se tiene como sinónimo de tortura. En muchos ambientes se ha percibido de esta manera; un ejemplo claro de ello es, cuando alguien se encuentra pasando por una dificultad o enfermedad, se le dice “acepte esa cruz con humildad” y realmente, eso no es llevar la cruz, ¿cómo podemos llamar sufrimiento a un signo de victoria?, nos convertimos, por ende en judíos y paganos al tener aún, una imagen de cruz de condena y maldición. Entonces ¿qué quiere decir las palabras de Jesús “tome su cruz y sígame” (Cfr. Mt. 16,24)?, el tomar la cruz propia, es asumir todos los quehaceres de la vida, buscando llevarlos a plenitud, con responsabilidad. La cruz como victoria no es más que buscar el bien, hacer el bien y trabajar por el bien. Sólo en el bien se haya la redención de la humanidad, pues esta se alza como estandarte en la vida de cada persona.
Y si la cruz es un bien ¿Por qué se le quiere huir?, no es porque Jesús nos invite a cargar con ella, sino porque la cruz, se ha pensado tener como un fin; la cruz no es el bien, sino el medio para llegar al bien: Jesucristo resucitado. La existencia humana se sumerge en la atadura del no poder hacer nada, y su consecuencia es la depresión, el vacío, la falta de ánimo y la desesperanza, todo esto, porque la cruz se ha puesto como el fin de todas las circunstancias existenciales. Esta no debe ser un fin, sino un medio por el cual ocurre la redención. Bien lo expresa San Juan Pablo II: “La cruz de Cristo arroja de modo muy penetrante luz salvífica sobre la vida del hombre y, concretamente, sobre su sufrimiento, porque mediante la fe lo alcanza junto con la resurrección: el misterio de la pasión está incluido en el misterio pascual” (Cfr. Salvífici doloris n. 21).
San Pablo da un significado atinado, del que todo cristiano debe tener en cuenta: “Nosotros predicamos a un Cristo crucificado; escándalo para los judíos, locura para los gentiles, más para los llamados, lo mismo judíos y griegos, un Cristo que es FUERZA de Dios y SABIDURÍA de Dios” (Cfr. 1 Corintios. 1,23-24). Precisamente la cruz es fuerza (poder) y sabiduría de Dios. Cada vez que el sufrimiento llegue, este no debe ser visto, como un peso de cruz, de tortura y resignación; sino como un medio que purifica y redime, del cual una persona ha pasado por ella y lo ha hecho, es Jesús, quien desde la cruz nos da las fuerzas necesarias para conseguir la victoria, como Él mismo lo hizo. Por tanto, no veamos la cruz, como un madero de terror, no contemplemos la cruz como un signo vacío, más veneramos la cruz, porque en ella estuvo clavada la Redención del mundo. ¡Felices Pascuas de Resurrección!