3 May 2024
 

19 Mayo 2012. Alfonso Llano Escobar, S. J. Fuente: Periódico el tiempo Colombia. Tanto romanos como judíos, y prácticamente todos los antiguos, entendieron la unión de varón y mujer, como el locus proprius de la concepción de un nuevo ser humano, el lugar apropiado para realizar la procreación.

Matrimonium es palabra latina, con la que los antiguos romanos, anteriores a Cristo, designaron la institución jurídica dentro de la cual la mujer se hacía madre. Por experiencia, sabían que la unión conyugal solía terminar en un nuevo ser humano. La terminación -monium es posible que venga de munus-muneris, oficio. Con lo cual la palabra matrimonio designaría el "oficio de madre". Como la palabra testimonio designa el "oficio de testigo".

El Diccionario de la Real Academia Española (DRAE) define el matrimonio como "la unión de hombre y mujer concertada mediante determinados ritos o formalidades legales".

El libro del Génesis nos dice: "No es bueno que el hombre esté solo. Voy a hacerle una compañera de igual dignidad. Y les dijo: 'Por eso, -porque son varón y mujer- dejarán a sus padres, vivirán bajo el mismo techo y se unirán en acto de amor y los dos llegarán a ser una sola vida. Estaban ambos desnudos, el hombre y su mujer, pero no se avergonzaban el uno del otro' ". Gen 2,18 y ss.

Resumiendo: tanto los antiguos romanos, como el DRAE, como el libro del Génesis, entienden por matrimonio la unión de un varón con una mujer. Era algo de sentido común. Cuando niños, jugábamos balero o coca, aquel juego que consistía en dos piezas de madera: una con una punta y la otra con un huequito, unidas con una cuerda, y el juego consistía en que el palito perseguía al huequito hasta penetrar en él. Todo un símbolo del acto conyugal: varón y mujer. Pero jamás se nos ocurrió juntar con la pita dos piezas de madera con palito o dos piezas con huequito. No casaban. Así el palito buscara al palito.

Por siglos, varones y mujeres se unieron sin conocimiento de los gametos, origen del nuevo ser. Al líquido aportado por el hombre lo llamaron los latinos semen, que traduce 'semilla', dado que por siglos se creyó que solo el hombre aportaba el comienzo del ser humano. La mujer lo desarrollaba.

Después de miles de años, en el siglo XIX, se vino a saber científicamente que tanto el varón como la mujer aportaban cada uno su propio gameto: el varón, el espermatozoide y la mujer, el óvulo. De la fusión de ambos gametos resultaba una nueva vida humana con la célula llamada cigoto, el cual, en su genoma, recién descubierto, contiene todo el diseño del futuro ser humano. Una célula diminuta se convierte en ser humano. ¡Oh prodigio!, que ha dejado de ser tal por la costumbre que nos quitó el derecho al asombro. El ocurrente de Hawking dice que no hacen falta los padres: que el cigoto se desarrolla por su propia cuenta y dinamismo. ¡Qué genio!

Sin saberlo científicamente, los romanos designaron con la palabra matrimonio el oficio de madre: allí la mujer se convertía en madre y asumía el oficio de tal. La opinión pública tiene la idea de que la Iglesia fue la que orientó el matrimonio a la procreación. Y no hay tal. Tanto romanos como judíos, y prácticamente todos los antiguos, entendieron la unión de varón y mujer, como el locus proprius de la concepción de un nuevo ser humano, el lugar apropiado para realizar la procreación. Hoy día, el laboratorio ha venido a suplir a la cama. ¡Qué cosas hemos visto!

Pero estamos presenciando algo todavía más llamativo: una coca formada por dos palitos. ¡Qué problema para los niños de ahora, tratar de ajustar los dos palitos o los dos huequitos! Pero no, eso no cuenta, dice Obama: llamémoslo matrimonio, así no haya mujer que se vuelva madre, ni haya palito y huequito. A estas alturas de la ciencia y de la cultura, el gobernante del país más poderoso del mundo ha dado en llamar matrimonio a la pareja homosexual, sin atender a su etimología ni a su relación con la maternidad. "Con mi autoridad omnipotente, quiero que a los dos palitos se los llame: "Matrimonio Gay", y punto".