3 May 2024
 

27 Mayo 2012. Autor: Pbro. Pablo Arce Gargollo y James P. Socias. (México) fuente: el que busca encuentra. El matrimonio no es, para un cristiano, una simple institución social, ni mucho menos un remedio para las debilidades humanas: es una auténtica vocación sobrenatural.

Para que el Sí de los esposos sea un acto libre y responsable, y para que la alianza matrimonial tenga fundamentos humanos y cristianos, sólidos y estables, la preparación para el matrimonio es de primera importancia.[1]

El matrimonio no es, para un cristiano, una simple institución social, ni mucho menos un remedio para las debilidades humanas: es una auténtica vocación sobrenatural. Sacramento grande en Cristo y en la Iglesia, dice San Pablo,[2] y, a la vez e inesperadamente, contrato que un hombre y una mujer hacen para siempre.

La mayoría de los cristianos tienen una vocación para el matrimonio. Como vocación, el matrimonio fue establecido por Dios y ha sido bendecido continuamente por El desde el tiempo de nuestros primeros padres.

De todas las posibilidades de la creación, Dios eligió hacernos hombre y mujer. Dios vió que no era bueno que el hombre estuviera solo y creó una compañera para él.[4] El plan de Dios era que cada uno le hiciera compañía al otro y buscara el bien del cónyuge. En el paraíso, Dios estableció el enlace matrimonial. Desde el principio, el matrimonio fue considerado una unión sagrada entre marido y mujer. Permaneció así hasta la venida de Cristo quien elevó esta unión a sacramento.

El matrimonio cristiano viene a ser por su parte signo eficaz, sacramento de la alianza de Cristo y de la Iglesia. Puesto que es signo y comunicación de la gracia, el matrimonio entre bautizados es un verdadero sacramento de la Nueva Alianza.[5]

Así como Cristo es inseparable de la Iglesia, el sacramento del matrimonio, contraído libremente, crea una unión inviolable entre marido y mujer. En esta unión indisoluble, los esposos están unidos entre sí y con Cristo, convirtiéndose en un solo cuerpo y perfeccionando el amor humano. Marido y mujer reciben las gracias sacramentales necesarias para realizar sus obligaciones matrimoniales.

Como el matrimonio es la imagen de la unión entre Dios y su Iglesia, Cristo es su modelo. Sin embargo, en la sociedad actual estamos constantemente bombardeados con imágenes falsas sobre el matrimonio. Libros, películas, series de televisión románticas etc. crean una propaganda sensacionalista de la pasión sexual que tiene poco o nada que ver con el concepto cristiano de amor y matrimonio.

El verdadero significado del sacramento sólo puede ser dado por Jesucristo a través de su Iglesia. Es por eso que el hombre y la mujer que planean casarse necesitan dedicar tiempo para la reflexión y la preparación. Esta preparación requiere de una investigación adecuada respecto al significado del amor en el plan de Dios para la vida matrimonial. Comprende varios pasos antes de la ceremonia matrimonial y la adquisición de buenos hábitos durante toda la vida de las personas.

Nuestra primera preparación para el matrimonio —llamada preparación remota— se inicia en la niñez temprana cuando empezamos a adquirir los valores esenciales de la vida humana y el desarrollo básico de las virtudes humanas. De nuestros padres, familiares y maestros recibimos una formación humana y espiritual. Esta educación continúa, en mayor o menor medida, en la juventud, cuando empezamos a tomar pasos más concretos hacia nuestras vidas de adultos en la sociedad.

La preparación próxima comprende un estudio más específico para el sacramento. Es en este período cuando se requiere una formación religiosa más específica. Se necesita y estudiar el matrimonio con mayor profundidad, y además de los conceptos básicos hay que aprender lo que debemos buscar en el futuro cónyuge. Esta etapa también requiere de cierto "asentamiento" en una carrera o trabajo para poder sostener adecuadamente a una familia.

Por último, la preparación inmediata tiene lugar en los meses y semanas anteriores a la ceremonia matrimonial. Comprende un estudio intenso y profundo del significado del matrimonio. También se necesita la preparación práctica para la ceremonia del matrimonio y las primeras semanas después del matrimonio. En la actualidad, el énfasis que se pone en estas preparaciones prácticas (invitaciones, fiesta, etc.) con frecuencia dejan a la pareja sin preparación para el viaje espiritual del matrimonio. Si no preparan bien el viaje más importante de su vida, luego no pueden sorprenderse si algo sale mal.

Gran parte del éxito de un matrimonio depende de la preparación adecuada de los futuros esposos. Es importante obtener el conocimiento de ciertos elementos del matrimonio que se basan en una comprensión bien equilibrada y en la formación espiritual adquirida antes de la ceremonia del matrimonio. En una sociedad donde muchos matrimonios fracasan, esta preparación es crucial para poder lograr un matrimonio feliz que dure toda la vida.[6] Cuando consideramos los esfuerzos que hacemos en la preparación para lograr una carrera profesional o para aprovechar las oportunidades de negocios, el esfuerzo que debe hacerse para el compromiso matrimonial aparece en su verdadera perspectiva.

EL MATRIMONIO EN EL PLAN DE DIOS

El matrimonio es una alianza de personas en el amor, donde intervienen no sólo un hombre y una mujer, sino también Cristo.

¿No habéis leído que al principio el Creador "los hizo hombre y mujer" y dijo: Por eso el hombre dejará a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán los dos una sola carne? De manera que ya no son dos, sino una sola carne. Por tanto, lo que Dios unió no lo separe el hombre.[1]

1. ¿Qué es el matrimonio? ¿De dónde proviene?

La familia arranca de la comunión conyugal que el Concilio Vaticano II califica como "alianza", por la que el hombre y la mujer "se entregan y aceptan mutuamente".[2]

El Matrimonio es la alianza matrimonial, por la que el varón y la mujer constituyen entre sí un consorcio de toda la vida, ordenado por su misma índole natural al bien de los cónyuges y a la generación y educación de la prole.[3]

La vocación al matrimonio se inscribe en la naturaleza misma del hombre y de la mujer, según salieron de las manos del Creador. El matrimonio no es una institución meramente humana a pesar de las numerosas variaciones que ha podido sufrir a lo largo de los siglos en las diferentes culturas, estructuras sociales y actitudes espirituales. Estas diversidades no deben hacer olvidar sus rasgos comunes y permanentes. (…) existe en todas las culturas un cierto sentido de la grandeza de la unión matrimonial.[4]

La salvación de la persona y de la sociedad humana y cristiana está estrechamente ligada a la prosperidad de la comunidad conyugal y familiar.[5]

El matrimonio, el matrimonio sacramento, es una alianza de personas en el amor. Y el amor puede ser profundizado y custodiado solamente por el amor, aquel amor que es "derramado" en nuestros corazones "por el Espíritu Santo que nos ha sido dado."[6] (…) Esta "fuerza del hombre interior" es necesaria en la vida familiar, especialmente en sus momentos críticos, es decir, cuando el amor —manifestado en el rito litúrgico del consentimiento matrimonial con las palabras: "Prometo serte fiel… todos los días de mi vida"— está llamado a superar una difícil prueba.[7]

El Matrimonio cristiano es pues el sacramento por el cual un hombre y una mujer firman un pacto sagrado. Como Cristo instituyó este sacramento, El también les da al hombre y a la mujer una vocación para el matrimonio. Por eso en el pacto intervienen no sólo un hombre y una mujer, sino también Cristo.

Así como los que son llamados al sacerdocio o a una vocación religiosa dedican gran parte de su tiempo a la oración y a la preparación, los llamados al matrimonio también deben dedicar tiempo a la oración, preparándose para recibir este sacramento.

Estar concientes de e el matrimonio es una vocación (llamada) a la santidad para la cual Cristo nos llama y, por tanto, buscar ser fieles a este llamado, es encontrar la clave para un matrimonio feliz. En la unión del matrimonio, Cristo da al esposo y a la esposa la gracia sacramental necesaria para realizar sus deberes maritales.[8]

Al venir a restablecer el orden inicial de la creación alterado por el pecado, el propio Jesús le ha dado a la gente la fuerza y la gracia necesarias para vivir su matrimonio en la nueva dimensión del reino de Dios. Al seguir a Cristo, negándose a ellos mismos, y cargando sus cruces, los esposos podrán, con la ayuda de Cristo, aceptar[9] y vivir el significado original del matrimonio.[10]

Al establecer el matrimonio como una vocación en la vida, Dios le dió las características que permiten al amor humano alcanzar su perfección y que la vida familiar sea plena y fructífera. Por su propia naturaleza, la sociedad que se establece se orienta hacia el bien de la pareja y de los hijos que ésta traiga al mundo.[11] Fuera del matrimonio, o sin una realización adecuada de su naturaleza, no existen las condiciones adecuadas para que el amor humano fructifique ni para que la vida familiar sea exitosa.

Queda pues claro que el matrimonio no fue inventado por el hombre. El propio Dios lo estableció cuando creó a nuestros primeros padres en el paraíso terrenal. Desde el principio, el matrimonio ha sido mucho mas que una institución humana. Es una institución sabia de Dios para realizar en la humanidad su designio de amor. La sociedad íntima de la vida y amor en el matrimonio ha sido establecida por el Creador y dotada de sus propias leyes. Dios Mismo es el autor del matrimonio.[12]

2. ¿A qué nos referimos cuando decimos que el Matrimonio fue elevado por Cristo a Sacramento?

Para los cristianos, Cristo elevó esta unión de esposo y esposa a la dignidad de sacramento. Se convirtió en un pacto sagrado, una imagen de la unión de Cristo y de su Iglesia y una fuente de gracia especial. San Pablo escribió: Maridos, amad a vuestras mujeres como Cristo amó a la Iglesia y se entregó a sí mismo por ella para santificarla…[13]

Nuestro modelo para el matrimonio no puede basarse en imágenes propagadas por la sociedad, sino en Cristo, su Iglesia y la Sagrada Familia.

El verdadero significado del matrimonio sólo puede provenir de Jesucristo a través de la Iglesia. El matrimonio requiere de un conocimiento básico de la fe cristiana y de la verdadera naturaleza del sacramento del Matrimonio.

Por tanto, entre bautizados, no puede haber contrato matrimonial válido que no sea por eso mismo sacramento.[14]

Un matrimonio, contraído válidamente entre personas bautizadas, siempre es un sacramento de Cristo y de su Iglesia.[15] Por la gracia del Sacramento del matrimonio cristiano, los esposos están unidos el uno al otro en la forma más profunda e indisoluble. La pertenencia de uno al otro es la representación real, por medio del signo sacramental, de la propia relación de Cristo con la Iglesia.

EL APRENDIZAJE DEL AMOR

El amor entre los futuros esposos empieza durante el noviazgo y poco a poco crece el conocimiento mutuo, de este conocimiento nace el amor.

Sométanse unos a otros por consideración a Cristo… que cada cual ame a su esposa como a sí mismo y que la esposa respete a su marido.[1]

3. ¿Qué es el amor conyugal?

Nuestra sociedad con frecuencia promociona la idea romántica del amor a primera vista en el cual el hombre y la mujer saben que están destinados a pasar sus vidas juntos. Pero Dios puede dar la vocación para el matrimonio en diferentes formas, por lo que no es conveniente decidir sobre el matrimonio a primera vista. La pareja debe dedicar tiempo para conocerse antes de tomar la decisión final.

El amor entre los futuros esposos empieza durante el noviazgo y se basa en una revelación gradual de uno al otro. Poco a poco crece el conocimiento mutuo y de este conocimiento nace el amor.

El conocimiento y el amor llegan a un punto en que están listos para un compromiso para toda la vida y culmina dándose completa y exclusivamente al otro en cuerpo y alma. Llegado ese tiempo es cuando se hace necesario el matrimonio, como entrega total de los esposos entre sí, según la ley de Dios. Como dijo Jesús a sus discípulos: ¿No habéis leído que al principio el Creador los hizo hombre y mujer y dijo "por esto el hombre dejará a su padre y a su madre y se unirá a su mujer y serán los dos una sola carne"?[2]

El amor conyugal comporta una totalidad en la que entran todos los elementos de la persona —reclamo del cuerpo y del instinto, fuerza del sentimiento y de la afectividad, aspiración del espíritu y de la voluntad—; mira a una unidad profundamente personal que, más allá de la unión en una sola carne, conduce a no tener más que un corazón y un alma; aexige la indisulobilidad y la fidelidad de la donación recíproca definitiva; y se abre a la fecundidad. En una palabra: se trata de características normales de todo amor conyugal natural, pero con un significado nuevo que no sólo las purifica y consolida, sino las eleva hasta el punto de hacer de ellas la expresión de valores propiamente cristianos.[3]

El consentimiento por el que los esposos se dan y se reciben mutuamente es sellado por el mismo Dios[4] (…) La alianza de los esposos está integrada en la alianza de Dios con los hombres: "el auténtico amor conyugal es asumido en el amor divino".[5]

El matrimonio ideal requiere de ese tipo de amor de los esposos. Este amor genuino debe tener ciertas cualidades para que pueda ser una reflexión del amor de Dios y no una simple pasión pasajera. Este amor entre los esposos debe ser:

Humano: no proviene sólo de los sentidos; supera la simple efusión del instinto y la mera inclinación erótica. Abarca a la persona en su totalidad física, psíquica y espiritual. Debe estar trazado sobre el modelo sobrenatural, respetuoso de la dignidad personal del otro y es, por tanto, responsable. Incluye el deseo de sufrir por el otro, porque durante nuestro caminar terreno, el sufrimiento es la prueba de toque del amor.[6]

Total: Conduce a los esposos a compartir todo sin reservas o cálculos egoístas; abarca el bien de toda la persona e impregna toda la vida de los cónyuges. Es una forma única de amistad personal donde el esposo y la esposa generosamente comparten todo.

Fiel y exclusivo: como el amor de Dios del que es participación; hasta la muerte. La donación física propia del amor conyugal sería un engaño si no fuese signo y fruto de la donación personal total en la que se compromete incluso el futuro. Excluye el adulterio y el divorcio.

Fecundo: está destinado por su propia naturaleza a prolongarse en nuevas vidas y, por tanto, no se agota en los esposos, sino que encuentra su corona en los hijos.[7]

4. ¿De quién nos enamoramos? ¿Por qué hay tantos matrimonios infelices?

El aprendizaje del amor, enamorarse verdaderamente del futuro esposo o la futura esposa es una lección que debe aprenderse antes del matrimonio. En primer lugar, uno debe elegir primero al compañero adecuado; de otra forma el matrimonio será una fuente de dificultades.

Un buen cristiano debe evitar enamorarse de:

Los que ya están comprometidos;

Los que ya están casados;

Los que son sólo físicamente atractivos;

Los que son impuros o que tienen costumbres morales relajadas;

Los que han sido llamados por Dios para el celibato, pues también a ellos les demanda el corazón y el ser total de su persona.[8]

Los matrimonios infelices, con frecuencia, son debidos a que la preparación para elegir el compañero correcto fue inadecuada.

Puede ser útil hacer, en la presencia de Dios, un examen sobre si se ama verdaderamente a uno(a), considerando que los enemigos y amenazas del verdadero amor son: egoismo, hedonismo, materialismo, consumismo, la falta de madurez personal y las actividades profesionales demasiado absorbentes.

5. ¿Quién educa para un matrimonio cristiano?

La preparación remota para el matrimonio es impartida por los padres. Debe empezar en la niñez temprana, por medio de una educación familiar sabia y del buen ejemplo que conduce a los hijos a comprender el concepto correcto de una familia cristiana.

La mejor lección que un hijo debe recibir para que tenga un matrimonio feliz es el buen ejemplo de su propia familia. Esta educación temprana es la base sólida para las futuras familias. La educación gradual de los jóvenes, junto con la guía espiritual personal, desarrollará especialmente la virtud de la castidad y los capacitará para comprometerse en un matrimonio honorable.

El papel de los pastores y de la comunidad cristiana como "familia de Dios" es indispensable para la trasmisión de los valores humanos y cristianos del matrimonio y de la familia,[9] y esto con mayor razón en nuestra época en la que muchos jóvenes conocen la experiencia de hogares rotos que ya no aseguran suficientemente esa iniciación.[10]

6. ¿Es el "compromiso formal" una etapa importante?

El noviazgo serio y formal es una etapa importante. Los futuros esposos, durante ese período, deben discutir y ponerse de acuerdo en ciertos aspectos de fondo. De otro modo, es fácil dejarse llevar por un amor emocional sin ninguna dirección. Nosotros los cristianos tenemos la ley de Dios como guía.

Con una actitud cristiana, el noviazgo se convierte en:

. Un viaje de esperanza por medio del cual cada uno aprende a respetar al otro; un respeto basado en el hecho de que el hombre y la mujer son hijos de Dios y que sus cuerpos son templos del Espíritu Santo.

. Una escuela de amor donde un hombre y una mujer, mientras se están conociendo, también aprenden que la base principal de un matrimonio feliz es la generosidad del sacrificio propio para con el otro y para con Dios.

. Un aprendizaje de la fidelidad que les permitirá perseverar fielmente en su futuro matrimonio.[11]

El noviazgo debe ser un tiempo para crecer en el afecto y para conocerse mejor. Como en todas las escuelas del amor; debe ser inspirado no por un deseo de recibir, sino por un espíritu de dar, comprender, respetar y de consideración amable.

EL NOVIAZGO

Entérate de cómo lograr un matrimonio feliz con buenas bases durante el noviazgo.

7. ¿Cómo lograr un buen noviazgo?

Prepararse para un matrimonio feliz es:

Buscar la compañía de personas sanas que compartan la fe y la moral católicas. En esta atmósfera de amistad sana, probablemente se encuentra el futuro cónyuge. Conviene buscar a una persona que sea católica en hechos y en verdad; que sea seria en cuanto a formar una buena familia y un hogar cristiano; responsable y que valore el trabajo; sincera y honesta; casta y que se preocupe por vivir la pureza.

Empezar a la edad adecuada. Es peligroso formalizar relaciones serias o compromisos demasiado pronto. Las relaciones que conducen al matrimonio requieren madurez: un grado de desarrollo mental y emocional. Los jóvenes que formalizan relaciones muy pronto pueden no comprender la dignidad, belleza, seriedad y desinterés del matrimonio. Cuando el noviazgo ha empezado a la edad adecuada, también existe el peligro de prolongarlo demasiado. Nuestra experiencia cultural nos ha enseñado que iniciar un noviazgo a temprana edad o "estar comprometidos" por mucho tiempo son invitaciones a la tentación y pueden prestarse a relaciones sexuales prematrimoniales, que destruyen el amor.

Buscar el consejo de los padres y del confesor o director espiritual. Ellos tienen la experiencia, así como la gracia de estado para ver la voluntad de Dios en tu vida. La decisión es, siempre, personal, pero es absurdo no pedir consejo en asunto de tanta importancia.

Estudiar y comprender el concepto adecuado del matrimonio. Preocuparse por adquirir una conciencia bien formada. Al igual que en el caso de otras vocaciones y profesiones, el matrimonio requiere de conocimientos especiales. Conviene pedir al sacerdote instrucción sobre el matrimonio. Pedirle que nos recomiende libros adecuados y documentos de la Iglesia sobre la naturaleza y los propósitos del matrimonio.

Casarse no sólo por la propia felicidad sino por la felicidad del cónyuge y de los hijos. La felicidad verdadera les llega a los que son generosos. Ellos quieren dar sin esperar nada a cambio. Se sacrifican ellos mismos en cualquier aspecto por las personas que aman y de quienes son responsables. Amar significa dar y sacrificarse, sin pensar en uno mismo o en su propio bienestar.

Tener la intención correcta. El objetivo del matrimonio también es crear un hogar cristiano, es decir, tener hijos, educarlos en la fe cristiana y conducirlos al cielo.

Tener seria intención de contraer matrimonio válido.Es necesario recordar que sólo existirá una unión total cuando la persona está casada de acuerdo con las leyes de la Iglesia. Las relaciones sexuales deben reservarse para el matrimonio. Las condiciones y gracias adecuadas para empezar una familia sólo se encuentran en el matrimonio. Ceder a la tentación antes del matrimonio indica egoísmo, el cual es un detrimento serio para un futuro matrimonio. Además, ceder a la tentación oscurece el enlace de unidad que debe provenir del acto marital. Cuando se tienen relaciones sexuales prematrimoniales se corre el peligro de tener solo un "amorío" y elegir el compañero equivocado para el matrimonio.

Ser comprensivo, Hay que ponerse en los zapatos de la pareja. Conviene ser positivos y ponerse de acuerdo en las opiniones.

Vivir una buena vida católica. Se necesita la gracia de Dios como base para el futuro matrimonio. Conviene participar en la Santa Misa y recibir la Sagrada Comunión todos los domingos y lo más frecuentemente posible. También confesarse con regularidad.

Rezar juntos por un matrimonio santo y feliz. Al final de la vida Dios mismo pondrá en la balanza la forma en que se ha vivido la vida matrimonial. Hay que considerar el matrimonio a la luz de la eternidad del juicio de Dios y buscar su ayuda cuando se responde a esta vocación. Encomendarse particularmente a la Santísima Virgen María y a San José, quienes formaron la Sagrada Familia con Jesús, nuestro Salvador.

8. ¿Cuáles son las manifestaciones naturales del amor durante el noviazgo?

El noviazgo es el tiempo en el que se aprende si un hombre y una mujer están preparados para el matrimonio. Las manifestaciones de amor y afecto durante el noviazgo son puras, sinceras y alegres cuando hay respeto mutuo, comprensión y renunciación. Esto no quiere decir que no habrá tensiones y desacuerdos. De hecho, la forma en que éstos se resuelven pueden indicar si hay capacidad para hacer sacrificios.

El amor se demuestra básicamente en el esfuerzo por negarse a uno mismo para buscar el bien de la persona amada. Pedir pruebas de afecto específico para "demostrar" si hay amor, es egoísmo que demuestra que el amor no es sincero y alegre. En tal caso, nunca se comprenderá la dignidad del matrimonio.

Los novios están llamados a vivir la castidad en la continencia (…). Reservarán para el tiempo del matrimonio las manifestraciones de ternura específicas del amor conyugal. Deben ayudarse mutuamente a crecer en castidad.[13]

Si se tienen dudas específicas sobre las manifestaciones de afecto entre los novios (besos, abrazos, etc.) será conveniente consultarlo con el confesor y lograr así una formación de la conciencia.

9. ¿Qué es lo que hace el amor humano puro, sincero y alegre?

Vivir la santa pureza durante el noviazgo tiene como efecto una profunda alegría y es la prueba de carácter, necesaria para un matrimonio feliz. El matrimonio es sagrado; por tanto, la preparación que lo precede debe ser pura.

Nada que se oponga a la ley de Dios puede ser natural. Quien no practique la pureza no puede desarrollar adecuadamente el amor y el respeto, pues las cualidades del amor verdadero se fincan en un corazón puro.

Mientras transcurre esa etapa, un hombre y una mujer deben tener presente el designio de Dios para demnostrarse el afecto que se profesan entre sí. El noviazgo no puede ser simplemente una aventura de amor romántico en la cual se deja a un lado la pureza sexual. La castidad es una preparación para el matrimonio porque un hombre y una mujer, que tratan de vivir en la pureza, adquieren un amor puro, sincero y alegre. Se garantiza que realmente se está buscando el bienestar de la otra persona.

Cuando el amor es degradado, se convierte en una pasión sensual impura. Deja de ser amor y se convierte en placer egoísta por medio del cual una persona usa a otra. Este amor impuro obviamente no puede ser sincero y verdadero.

10. ¿Por qué la práctica de la virtud de la castidad es una afirmación alegre de nuestro verdadero amor por Dios?

La práctica de la virtud de la castidad es una afirmación alegre de nuestro verdadero amor por Dios porque:

- Es la forma más importante de glorificarlo al compartir su poder creativo divino de acuerdo a Su Voluntad.

- Cuando practicamos la castidad, somos más imagen y semejanza de Dios.[14]

- Nos permite sentir la mano paternal de Dios en nuestra vida.

- Es un signo de que somos hijos de Dios.

- Cuidamos el curpo como Templo que es del Espíritu Santo.

- Nos da la libertad para servir a otros.

Castidad significa la integración lograda de la sexualidad en la persona, y por ello en la unidad interior del hombre en su ser corporal y espiritual. La sexualidad, en la que se expresa la pertenencia del hombre al mundo corporal y biológico, se hace personal y verdaderamente humana cuando está integrada en la relación de persona a persona, en el don mutuo total y temporalmente ilimitado del hombre y la mujer.

La virtud de la castidad, por tanto, entraña la integridad de la persona y la integridad del don.[15]

11. Si el amor verdadero es darse uno mismo, ¿Podemos decir que el amor verdadero está principalmente en la voluntad? ¿No está determinado por los sentimientos? ¿Es ciego el amor?

Algunas personas afirman que estar enamorado es todo lo que importa y que justifica cualquier cosa. Sin embargo, construir el amor en afectos que hacen que uno viole la ley de Dios pone en peligro la esencia de cualquier relación.

Lo que parece amor, con frecuencia no alcanza al verdadero significado del amor. El amor no es simplemente una atracción mutua y emocional, ni sólo un producto de nuestros sentimientos. El amor es más. Es darse uno mismo personalmente y ser espiritualmente uno con la persona amada. Por esto, se necesita la voluntad para amar.

El amor verdadero se demuestr en los hechos y no sólo en el afecto, promesas o palabras dulces. El verdadero amor humano se basa en el amor de Dios que implica el deseo de cumplir sus Mandamientos.[16]

¿Cómo puede este amor generoso crecer y ser la base para un futuro matrimonio? Por supuesto que no puede ser sólo producto de las emociones o sentimientos de la persona —llamado amor ciego—, el cual es un impulso ciego de pasiones. Tiene que ser un amor espiritual probado y demostrado, en el cual se unen las mentes.

Las pasiones no controladas pueden conducir fácilmente a la lujuria y a la impureza. La impureza nunca trae la verdadera felicidad. Crea un amor sensual que buscará otros compañeros sensuales en el futuro. Mina a la unión espiritual necesaria en el matrimonio y lo convierte simplemente en coincidencia accidental de deseos.

Por otro lado, cuando el amor se basa en la razón, se aprende a aceptar y hasta a amar los defectos del futuro cónyuge, ayudando a la persona amada a corregirlos. El amor generoso da motivos para la unidad, que siempre pesa más que cualquier motivo para la división.

12. ¿Necesita el amor de las relaciones sexuales antes del matrimonio?

Hay un tiempo y un lugar para cada cosa. Para el sexo, el tiempo y el lugar es dentro del matrimonio, el cual da la gracia a los esposos para amarse en caridad cristiana.

Durante "el compromiso", se da una revelación gradual de la verdadera persona para con el otro. Sólo dentro del matrimonio alcanza la sexualidad humana su sentido completo y la perfección que sirve como vehículo para un amor mutuo, exclusivo, permanente y de entrega entre un hombre y una mujer. El sexo no puede ser una manifestación de amor si viola el plan de Dios. Las parejas que se acercan a la Iglesia para solicitar el sacramento del Matrimonio están rechazando muchas de las nociones limitadas de la sociedad sobre la sexualidad.

Cuando una sociedad permite que el comportamiento sexual rompa sus ataduras en el amor humano y en el matrimonio; cuando trata al sexo como un mecanismo de placer personal, ésta fomenta una mentalidad destructiva y disminuye el valor del compromiso personal y de la propia vida humana.[17

13. ¿Cuál es el plan de Dios para el sexo? ¿Cuáles son las diferencias básicas entre sexo y amor?

El propósito del sexo es la procreación y la unión conyugal entre esposo y esposa. Entre la importancia unificadora y la procreadora del acto matrimonial hay una conexión inseparable, establecida por Dios, que el hombre no puede romper por su propia iniciativa.

El acto marital al mismo tiempo une al esposo y a la esposa en la más estrecha intimidad y, juntos, los hace capaces de generar nueva vida. Esta unión fomenta la entrega mutua de los esposos. Por medio de esta entrega recíproca que es propia y exclusiva de ellos, el esposo y la esposa tienden hacia esa comunión de sus seres, donde se ayudan uno al otro para llegar a la perfección y así colaborar con Dios al engendrar y crear nuevos seres.[18]

La Iglesia enseña que esos dos aspectos de las relaciones maritales —el fortalecimiento de la unidad interpersonal entre los esposos y la procreación de la nueva vida— son dos bienes inseparables. Son inseparables, no en el sentido de que deben lograrse ambos en cada acto de la intimidad conyugal, sino en el sentido de que uno no puede deliberadamente actuar contra cualesquiera de estos bienes en un acto marital.[19]

Por estos motivos, el sexo sin matrimonio va contra el plan que Dios puso desde el principio, Sólo en el matrimonio el esposo y la esposa tienen las condiciones y la gracia necesarias para empezar una familia.

La sexualidad, mediante la cual el hombre y la mujer se dan el uno al otro con los actos propios y exclusivos de los esposos, no es algo puramente biológico sino que afecta al núcleo íntimo de la persona humana en cuanto tal. Ella se realiza de modo verdaderamente humano solamente cuando es parte integral del amor con el que el hombre y la mujer se comprometen totalmente entre sí hasta la muerte.[20]

La entrega física total sería una mentira si no fuera un signo y el fruto de una entrega personal total en la cual está presente toda la persona, incluyendo la dimensión temporal: si la persona retuviera algo, o se reservara la posibilidad de decidir otra cosa en el futuro, por este solo hecho, él o ella no se darían totalmente.

Las relaciones sexuales fuera del matrimonio demuestran el egoísmo contrario al plan de Dios. El sexo se ve, no como la entrega de una persona, exclusivamente y para siempre al otro, sino como la satisfacción de una urgencia o necesidad momentáneas, no más significativo ni más importante que la misma urgencia o la necesidad. Esto es, obviamente, incorrecto. Sin embargo, el acto sexual entre esposo y esposa, cuando se hace de acuerdo con el plan de Dios, es sagrado. Usado correctamente, el sexo se convierte en una afirmación jubilosa del verdadero amor entre esposo y esposa.

14. ¿Por qué el placer del sexo antes del matrimonio conduce a una frustración egoísta que destruye al verdadero amor? ¿Cuándo son las expresiones del afecto una manifestación de amor?

Cuando es impuro, el amor es sofocante, ciego y dudoso: ¿Realmente me amas? o ¿Me estás usando? ¿En realidad ves mi verdadero yo o sólo el placer que obtienes de mi? Estas preguntas revelan un amor que ya ha empezado con el pie izquierdo. La respuesta es obvia. La falta contra la pureza se centra en uno mismo y en una búsqueda de placer sin compromiso ni responsabilidad. El amor que existió al principio puede convertirse en amargura y sentimiento de culpa. La unión de amor y compromiso, que debió haberse contruído, ahora está roto.

Durante el noviazgo, un cristiano se comporta con moderación y dignidad, poniendo un alto precio por sí mismo: el precio que Cristo pagó por cada persona con su propia sangre redentora.

¿Queremos una prueba de amor verdadero y serio? La mejor prueba es la pureza heróica durante el noviazgo, mientras se está conociendo y evaluando al posible compañero. Las muestras de afecto entre las personas no casadas son correctas y buenas cuando están de acuerdo con las demandas de modestia y son signos verdaderos de amor puro. No deben ser acciones que despierten pasiones.

Un hombre y una mujer que se aman y que dicen no a sus pasiones, reservándose para el matrimonio, se están diciendo uno al otro: Ves cómo te quiero realmente. Deseo honrarte y respetarse. Quiero demostrarte que te pertenezco. Un compromiso valiente entre la pareja es un compromiso que Dios ayuda y bendice con su propio amor. Si lo pueden tomar en serio, pueden pensar: Nos respetaremos y honraremos uno al otro. Ella será mi esposa, la madre de mis hijos; él será mi esposo, el padre de mis hijos.

Un director espiritual personal y el sacramento de la Confesión pueden ayudar a los que tienen dudas sobre su comportamiento concreto en el noviazgo. Dios conoce las debilidades humanas y las presiones de la cultura moderna. Además, un signo de madurez y de preocupación por el futuro cónyuge es admitir las debilidades y buscar el perdón y el consejo para poder superarlas.

15. ¿Cuáles son los valores y las virtudes cristianos que deben adoptarse durante el noviazgo? ¿Cómo puede desarrollarse la vida espiritual y qué medios sobrenaturales deben aplicarse?

Aparte de las virtudes teologales —fe, esperanza y caridad— y de las virtudes morales infusas (prudencia, justicia, fortaleza y templanza) hay virtudes humanas. Estas desarrollan la personalidad de cada individuo. Junto con la pureza, éstas ayudan a poner los cimientos sobre los cuales se construyen las virtudes sobrenaturales. El matrimonio perfeccionará la vida de los esposos, si ellos saben cómo desarrollar las virtudes cristianas desde el principio de cualquier relación afectiva. Cada una de estas virtudes está potencialmente dentro de todas las personas llamadas al matrimonio.

Algunas de las virtudes humanas son:

Generosidad. Olvidarse de uno mismo. Buscar el bienestar, la felicidad y la vida espiritual del otro. Evitar el egoísmo y hacer cosas sólo en beneficio de uno mismo.

Modestia y decoro. Cuidar los sentidos. Comportarse correctamente para evitar las tentaciones o ser ocasión de pecado para otros. No hay que dejar que el ambiente ejerza una influencia equivocada.

Sinceridad. Ser sincero con uno mismo y con el otro. No tratar de justificar lo que es incorrecto. Llamar al pan pan y al vino vino.

Lealtad a los compromisos. Tener fe en la otra persona. Ser modelo de una relación cristiana. Evitar lo que nos avergonzaría ante Dios, los padres o la familia.

Hacer buen uso del tiempo. El ocio es la primera fuente de tentación y puede evitarse planeando y usando el tiempo que se pasa juntos sabiamente.

El principal desarrollo de la vida espiritual de los futuros esposos se basa en estar concientes que Dios está presidiendo sus corazones. El crecimiento y el progreso espiritual, para que sea eficaz, puede alcanzarse por medio de los siguientes medios sobrenaturales:

. Recibir los sacramentos: Confesión y Comunión.

. Orar: pedir las gracias necesarias para comportarse como un hijo de Dios.

. Renunciación especialmente a los sentidos y a la imaginación.

. Devoción a la Santísima Virgen María: Permíteme un consejo, para que lo pongas en práctica a diario. Cuando el corazón te haga notar sus bajas tendencias, reza despacio a la Virgen Inmaculada: "mírame con compasión, no me dejes Madre mía": y aconséjalo a otros.

EL SACRAMENTO DEL MATRIMONIO

El contrato matrimonial cristiano es diferente de cualquier contrato matrimonial civil.

Te quiero a ti,… como esposa —como esposo— y me entrego a tí, y prometo serte fiel en las alegrías y en las penas, en la salud y en la enfermedad, todos los días de mi vida.[1]

16. ¿Cuál es el concepto Católico del Matrimonio? ¿Es siempre un sacramento?

El matrimonio está formado por la alianza por la cual el varón y la mujer constituyen entre sí un consorcio de toda la vida, ordenado por su misma índole natural al bien de los cónyuges y a la generación y educación de la prole.[2] Para una pareja bautizada, este contrato ha sido elevado por Cristo a la dignidad de Sacramento.[3]

17. ¿Qué quiere decir alianza matrimonial?

Toda la vida cristiana está marcada por el amor esponsal de Cristo y de la Iglesia. Ya el bautismo, entrada en el Pueblo de Dios, es un misterio nupcial. Es, por así decirlo, como el baño de bodas[4] que precede al banquete de bodas, la Eucaristía.[5]

Alianza o Contrato en el Antiguo Testamento se refiere a las promesas y acuerdos que Dios hizo principalmente a Abraham y a Moisés. Como el matrimonio es también un acuerdo que los esposos hacen con Dios para establecer una convivencia para toda la vida, no hay mejor palabra para definirlo.

El modelo para el santo contrato del matrimonio es la unión de Cristo y su Iglesia: un amor mutuo donde el esposo y la esposa están preparados para sacrificarse uno por el otro como Jesucristo se sacrificó por la Iglesia y como la Iglesia se sacrifica por ella misma para atraer las almas hacia El.[6]

18. ¿Es el contrato matrimonial cristiano diferente al civil?

El contrato matrimonial es diferente de cualquier contrato matrimonial civil. Este convenio no puede ser alterado o rescindido a voluntad por las dos partes contrayentes. Siempre hay una tercera parte involucrada, el autor del contrato, el propio Dios.[7]

Los contratos establecidos por acuerdo común de dos partes pueden ser alterados o rescindidos cuando ambas partes estén de acuerdo. Pero en el matrimonio hay tres participantes, y el tercer participante es el que decide absolutamente.[8] Cristo dijo: Lo que Dios ha unido el hombre no debe separarlo[9] y el que despide a su mujer, fuera del caso de infidelidad, y se casa con otra, es adúltero; y el que se casa con la divorciada es adúltero también.[10]

19. ¿Por qué la Iglesia Católica prescribe unas leyes que gobiernan el matrimonio?

La Iglesia Católica tiene el derecho de establecer leyes respecto a la validez del matrimonio porque para los católicos, el matrimonio es un convenio, pero también un sacramento. Y sólo la Iglesia Católica tiene la jurisdicción sobre los matrimonios, dejando a la competencia de la autoridad civil lo referente a los efectos meramente civiles. Nadie más tiene el poder o la autoridad para cambiar las leyes eclesiásticas.

20. ¿Cómo y dónde se celebra el matrimonio?

En el rito latino, la celebración del Matrimonio entre dos fieles católicos tiene lugar ordinariamente dentro de la Santa Misa, en virtud del vínculo que tienen todos los sacramentos con el misterio Pascual de Cristo.[11] (…) Es, pues, conveniente que los esposos sellen su consentimiento en darse el uno al otro mediante la ofrenda de sus propias vidas, uniéndose a la ofrenda de Cristo por su Iglesia, hecha presente en el sacrificio eucarístico, y recibiendo la Eucaristía, para que comulgando en el mismo Cuerpo y en la misma Sangre de Cristo, "formen un solo cuerpo"[12] en Cristo.[13]

21. ¿Qué disposición interior deben tener los que contraen matrimonio?

En cuanto gesto sacramental de santificación, la celebración del matrimonio… debe ser por sí misma válida, digna y fructuosa.[14] Por tanto, conviene que los futuros esposos se dispongan a la celebración de su matrimonio recibiendo el sacramento de la Penitencia.[15]

22. ¿Cuál es el elemento indispensable que "hace" el matrimonio?

La Iglesia considera el intercambio de los consentimientos entre los esposos como el elemento indispensable "que hace el matrimonio".[16] Si el consenti-miento falta no hay matrimonio.[17]

23. ¿En qué consiste el consentimiento?

El consentimiento consiste en un "acto humano por el cual los esposos se dan y se reciben mutuamente":[18] "Yo te recibo como esposa"— "Yo te recibo como esposo". Este consentimiento que une a los esposos entre sí, encuentra su plenitud en el hecho de que los dos "vienen a ser una sola carne".[19]

El consentimiento matrimonial define y hace estable el bien que es común al matrimonio y a la familia.[20] (…) Las palabras del consentimiento expresan, pues, lo que constituye el bien común de los esposos e indican lo que debe ser el bien común de la futura familia. Para ponerlo de manifiesto la Iglesia les pregunta si están dispuestos a recibir y educar cristianamente a los hijos que Dios les conceda.[21]

24. ¿Quién está capacitado para casarse?

El consentimiento debe ser un acto libre de la voluntad de cada una de las partes contrayentes, sin coerción y sin que surja temor grave por circunstancias externas. Ser libre significa:

No estar actuando bajo presión.

Sin impedimento de la ley natural o elcesiástica.[22]

Sólo aquellos que son capaces de dar consentimiento matrimonial válido pueden casarse: El matrimonio lo produce el consentimiento de las partes, legítimamente manifestado entre personas jurídicamente hábiles.

EL MATRIMONIO VÁLIDO

Antes de que el matrimonio se celebre, debe constar que nada se opone a su celebración válida y lícita, de acuerdo con la ley de la Iglesia.

25. ¿Cuáles son las condiciones para que un matrimonio sea válido? ¿Pueden resumirse?

Las tres condiciones para un matrimonio válido en la Iglesia son:

I. Las partes contrayentes deben ser capaces, de acuerdo con la ley de la Iglesia, de dar su consentimiento matrimonial. Antes de que el matrimonio se celebre, debe constar que nada se opone a su celebración válida y lícita.[1] Los impedimentos pueden surgir de:

A. LA LEY DIVINA

Los impedimentos basados en la ley divina comprometen a todos y nunca pueden ser dispensados. Son:

La impotencia antecedente y perpetua para realizar el acto conyugal, tanto por parte del hombre como de la mujer, ya absoluta ya relativa.

La esterilidad no prohibe, ni invalida el matrimonio, a menos que una de las partes engañe fraudulentamente a la otra parte para obtener el consentimiento.[2]

Enlace matrimonial existente: mientras la declaración de nulidad o disolución de un matrimonio previo no se haya establecido legítimamente y sea segura.[3]

Consanguinidad: Todos los parientes relacionados con procreación, ya sean legítimos o naturales en lo que se llama línea directa, por ejemplo, padre-hija; y descendientes de un antecesor común en línea colateral, hasta e incluyendo el segundo grado (hermanos y hermanas).[4]

B. LEY ECLESIÁSTICA (LEY DE LA IGLESIA)

La ley eclesiástica compromete sólo a los católicos bautizados. El Ordinario local (generalmente el obispo de la diócesis) puede dar dispensas de impedimentos de la ley eclesiástica, siempre que él juzgue que la dispensa contribuirá al bien de la fidelidad con excepción de los impedimentos cuya dispensa se reserva a la Sede Apostólica (el Papa).[5] Esta dispensa no puede otorgarse sin una causa justa y razonable y sin tomar en cuenta las circunstancias del caso.[6]

Falta de edad válida: Para casarse la Iglesia exige que los hombres tengan dieciseis años cumplidos y que las mujeres tengan catorce años cumplidos. Estas edades son las mínimas para la validez.[7] Puede haber también leyes civiles que regulen el mínimo de edad para cada estado y país, pero éstas no invalidan el matrimonio a los ojos de la Iglesia.

Disparidad de culto: es inválido el matrimonio entre dos personas, una de las cuales fue bautizada en la Iglesia Católica o recibida en su seno y no se haya apartado de ella por acto formal y otra no bautizada.[8] Puede dispensarse este impedimento si se cumplen algunas condiciones a las que nos referiremos en otro apartado.

Ordenes sagradas: aquellos que hayan recibido órdenes sagradas como los diáconos o los sacerdotes no pueden intentar casarse.[9]

Votos públicos perpetuos de castidad en un instituto religioso.[10]

Rapto: el rapto o por lo menos la detención ilegal de una mujer con el propósito de casarse con ella.[11]

Crimen: quien con el fin de contraer matrimonio con una determinada persona causa la muerte del cónyuge de ésta o de su propio cónyuge. También atentan inválidamente el matrimonio entre sí quienes con una cooperación mutua, física o moral causan la muerte del cónyuge.[12]

Consanguinidad: es nulo el matrimonio entre todos los ascendientes y descendientes tanto legítimos como naturales. En línea colateral es nulo hasta el cuarto grado inclusive (como tía y sobrino o primos hermanos).[13]

Afinidad: parientes sanguíneos (no parientes por adopción) de la esposa o del esposo en un matrimonio valido previo en cualquier grado de la línea directa.[14]

Pública honestidad: que surge del matrimonio inválido, después de instaurada la vida en común, o del concubinato notorio o público: el impedimento afecta en el primer grado de línea recta entre el varón y los consanguíneos de la mujer y viceversa.[15]

Parentesco legal: proveniente de la adopción, en línea directa o en segundo grado de línea colateral.[16]

Un sacerdote de la parroquia puede aclarar y explicar el significado de estos impedimentos.

II. El consentimiento dado por las partes debe ser deliberado, totalmente voluntario, libre, mutuo y público. Por tanto, los siguientes son incapaces de contraer matrimonio:

Personas que carecen de suficiente uso de razón.

Personas que tienen un grave defecto de discreción de juicio acerca de los derechos y obligaciones esenciales del matrimonio que mutuamente se han de dar y aceptar.

Personas que no pueden asumir las obligaciones esenciales del matrimonio por causas de naturaleza psíquica.[17]

III. El consentimiento debe ser legítimamente manifestado en forma canónica, ante el Ordinario del lugar o el párroco o un sacerdote o diácono delegado por uno de ellos ante dos testigos.[18] La forma canónica no obliga a los no católicos cuando se casan entre ellos mismos, sino sólo a los católicos, aún si sólo uno de los dos participantes es católico que no hayan dejado la Iglesia por un acto formal. El obispo, sacerdote o diácono que asiste a la celebración de un matrimonio recibe el consentimiento de los esposos a nombre de la Iglesia y les da la bendición de la Iglesia. La presencia del ministro de la Iglesia y de otros testigos expresa visiblemente que el hecho del matrimonio es una realidad eclesiástica.[19]

26. ¿Si se llenan todos los requisitos para un matrimonio válido, que más se necesita para recibir el sacramento?

Cuando se satisfacen todos los requisitos para un matrimonio válido, son necesarias algunas otras condiciones para la recepción digna del sacramento del Matrimonio:

Ambos participantes deben ser personas bautizadas.

Rectitud de intención. Siempre son necesarios el buen juicio y la prudencia para elegir a un futuro esposo. No deben dejarse llevar por las emociones o por la pasión voluntaria. El embarazo premarital no es motivo suficiente para casarse con alguien porque ese podría ser otro error.

Preparación espiritual. Uno debe estar en estado de gracia. Los sacramentos de la Penitencia y la Sagrada Eucaristía son muy recomendables como preparación inmediata. Se recomienda una confesión general en caso de que alguien haya estado separado del sacramento de la Reconciliación por tiempo prolongado.[20]

Haber recibido previamente el sacramento de la Confirmación.

Los aún no confirmados deben recibir el sacramento de la Confirmación antes de ser admitidos al matrimonio si ello es posible sin dificultad grave.

Conocer las obligaciones de la vida matrimonial. Estas obligaciones comprenden la fidelidad mutua de los esposos hastas la muerte y procurar el bienestar de cuerpo y espíritu de los hijos enviados por Dios.

Obediencia a las leyes del matrimonio de la Iglesia.

27. ¿Quiénes son ministros del sacramento?

En la Iglesia latina se considera habitualmente que son los esposos quienes, como ministros de la gracia de Cristo, se confieren mutuamente el sacramento del Matrimonio expresando ante la Iglesia su consentimiento. En las liturgias orientales, el ministro de este sacramento —llamado "Coronación"— es el sacerdote o el obispo, quien, después de haber recibido el consentimiento mutuo de los esposos, corona sucesivamente al esposo y a la esposa en señal de alianza matrimonial.[21]

28. ¿Es el matrimonio una realidad ecclesial?

El sacerdote (o el diácono) que asiste a la celebración del Matrimonio, recibe el consentimiento de los esposos en nombre de la Iglesia y da la bendición de la Iglesia. La presencia del ministro de la Iglesia (y también de los testigos) expresa visiblemente que el Matrimonio es una realidad eclesial.[22]

29. ¿Por qué se exige una forma eclesiástica para la celebración?

La Iglesia exige ordinariamente para sus fieles la forma eclesiástica de la celebración del matrimonio.[23] Varias razones concurren para explicar esta determinación:

El matrimonio sacramental es un acto litúrgico. Por tanto, es conveniente que sea celebrado en la liturgia pública de la Iglesia.

El matrimonio introduce un ordo eclesial, crea derechos y deberes en la Iglesia entre los esposos y para los hijos.

Por ser el matrimonio un estado de vida en la Iglesia, es preciso que exista certeza sobre él (de ahí la obligación de tener testigos)

El carácter público del consentimiento protege el “Sí” una vez dado y ayuda a permanecer fiel a él.

BIENES Y EXIGENCIAS DEL AMOR CONYUGAL

Una vez contraído válidamente el sacramento del matrimonio, crea una unión espiritual que no puede romperse.

a) Unidad e Indisolubilidad

30. ¿Cuáles son las propiedades esenciales del sacramento del matrimonio?

Las propiedades esenciales del matrimonio son la unidad y la indisolubilidad.

Unidad del matrimonio significa que el contrato establecido es entre un hombre y una mujer; el esposo no puede casarse con otra mujer durante toda la vida de su esposa, ni la esposa puede casarse con otro hombre mientras viva su esposo.

La poligamia es contraria a la dignidad personal igual dehombres y mujeres, quienes en el Matrimonio se dan ellos mismos con un amor total, y por tanto, único y exclusivo.[1]

Indisolubilidad significa que la unión del matrimonio sacramental no puede romperse excepto por la muerte del esposo o la esposa.

Por virtud del contrato matrimonial, el hombre y la mujer "ya no son dos sino una sola carne" y están llamados a crecer continuamente en su comunión a través de la fidelidad cotidiana a la promesa matrimonial de la recíproca donación total.[2]

La unión no es simplemente física, sino una unión espiritual de las dos almas. Aunque los esposos pueden estar físicamente separados, el sacramento, una vez contraído válidamente, crea una unión espiritual que no puede romperse, excepto por la muerte de uno de los esposos.[3] La autorización, dada por Moisés[4], de repudiar a su mujer era una concesión a la dureza de sus corazones.[5]

Su motivo mas profundo consiste en la fidelidad de Dios a su alianza, de Cristo a su Iglesia. Por el sacramento del Matrimonio los esposos son capacitados para representar y testimoniar esta fidelidad. Por el sacramento, la indisolubilidad del matrimonio adquiere un sentido nuevo y más profundo.[6]

31. ¿Cuáles son los principales propósitos del contrato matrimonial?

Por su misma naturaleza, el contrato matrimonial es ordenado hacia el bien de los esposos y hacia la procreación y educación de los hijos.[7] Las unión de los esposos logra el fin doble del matrimonio: el bien de los esposos y la transmisión de la vida.

Estos dos significados o valores del matrimonio no pueden separarse sin alterar la vida espiritual de la pareja o comprometer los bienes del matrimonio y el futuro de la familia. El amor matrimonial de hombre y mujer requiere tanto de la fidelidad como de la apertura a la vida.[8] Entre más pronto se reconozca este hecho, y se comparta con otros, más pronto un mayor número de parejas serán capaces de abrazar el plan total de Dios y estar más abiertos al propósito de procreación del matrimonio.[9]

b) Apertura a la fecundidad

32. ¿Cómo se expresa el amor verdadero en las relaciones matrimoniales? ¿Cuándo es el acto marital un signo de amor auténtico?

El verdadero amor conyugal no sólo es exclusivo y total, sino también un amor fructífero, tanto espiritual como físicamente. Espiritualmente, es fructífero porque el matrimonio ayuda a la pareja a crecer en santidad. Físicamente es fructífero porque el acto matrimonial, cuando se hace como Dios quiere, glorifica a Dios y es necesario para alcanzar la unión perfecta entre los esposos. Algunos pueden tener nociones equivocadas con respecto a las enseñanzas de la Iglesia sobre lo sagrado del acto marital. Lejos de ser algo malo o en cierta forma sucio, como algunos erróneamente piensan, la Iglesia defiende su dignidad.

Los actos con los que los esposos se unen íntima y castamente entre sí son honestos y dignos, y realizados de modo verdaderamente humano significan y fomentan la recíproca donación, con la que se enriquecen mutuamente con alegría y gratitud.[10]

El propio Creador estableció que en la función procreadora, los esposos deben experimentar placer y goce del espíritu y del cuerpo. Por tanto, los esposos no hacen naada malo al buscar este placer y goce. Sólo aceptan lo que el Creador ha proyectado para ellos. Sin embargo, los esposos deben saber cómo mantenerse dentro de los límites de la moderación.[11]

Como escribió el Beato Josemaría Escrivá, fundador de la Prelatura del Opus Dei: Esa autenticidad del amor requiere fidelidad y rectitud en todas las relaciones matrimoniales. Dios, comenta Santo Tomás de Aquino, ha unido a las diversas funciones de la vida humana un placer, una satisfacción; ese placer y esa satisfacción son por tanto buenos. Pero si el hombre, invirtiendo el orden de las cosas, busca esa emoción como valor último, despreciando el bien y el fin al que debe estar ligada y ordenada, la pervierte y desnaturaliza, convirtiéndola en pecado o en ocasión de pecado.[12]

Aún Sigmund Freud dice: Es una característica de todas las perversiones sexuales evitar la reproducción como objetivo.[13] Este es realmente el criterio por medio del cual juzgamos si la actividad sexual es perversa: si se aparta de la reproducción en su objetivo y persigue la gratificación independientemente.

Para mantener un amor genuino entre esposo y esposa, cada acto matrimonial debe permanecer abierto a la transmisión de la vida. La procreación nunca puede excluirse del acto conyugal porque Dios ordenó una conexión inseparable entre los significados unitivo y procreativo del amor conyugal.[14]

33. ¿En qué consiste la paternidad responsable?

Con frecuencia la noción de paternidad responsable[15] se entiende exclusivamente como limitación a un reducido número de hijos por matrimonio. Sin embargo, en muchos casos la decisión responsable de los padres respecto de los hijos que podrían traer al mundo consiste en aceptar con gusto los que Dios les mande. Si son capaces de atenderlos, alimentarlos, educarlos, sería una falta de responsabilidad limitarse a un número reducido. No se estaría ejerciendo adecuadamente la paternidad responsable.

Por eso, y para evitar equívocos, Pablo VI señala las dos formas como se concreta esa noción: "la paternidad responsable se pone en práctica ya sea con la deliberación ponderada y generosa de recibir un número mayor de hijos, ya sea con la decisión, tomada por serias causas y en el respeto de la ley moral, de evitar un nuevo nacimiento durante algún tiempo o por tiempo indefinido".[16]

34. ¿Cuál es el verdadero significado de la paternidad responsable?

El ejercicio responsable de la paternidad implica que los esposos reconocerán plenamente sus propias obligaciones hacia Dios, hacia ellos mismos, hacia su familia y hacia la sociedad, en una jerarquía de valores correcta.[17] Esto comprende el reconocimiento de las obligaciones para con Dios, ellos mismos, la familia y la sociedad; y al mismo tiempo reconocen que no son libres para proceder a su completa libertad, como si ellos pudieran determinar en forma totalmente autónoma el camino honesto que deben seguir; pero ellos deben conformar su actividad a la intención creadora de Dios, expresada en la propia naturaleza del matrimonio y de sus actos, y manifestada en las enseñanzas constantes de la Iglesia.[18]

Este concepto de paternidad responsable debe entenderse correctamente. Debe considerarse bajo sus diversos aspectos legítimos e interrelacionados.

En relación con los procesos biológicos, paternidad responsable significa que se conocen y respetan las funciones de estos procesos; el intelecto descubre en el poder de dar la vida leyes biológicas que son parte de la persona humana.

En relación con las tendencias del instinto y las pasiones, paternidad responsable significa el dominio necesario que la razón y la voluntad deben ejercer sobre ellos.

En cuanto a las condiciones físicas, económicas, psicológicas y sociales, la paternidad responsable se ejercita ya sea por la decisión generosa, tomada a conciencia, de formar una familia grande, o por la decisión, tomada por motivos graves y con respeto por la ley moral, para evitar nuevos nacimientos por cierto tiempo, o aún por un período indeterminado.

Paternidad responsable además, y sobre todo, implica una relación más profunda con el orden moral objetivo establecido por Dios, y del cual el intérprete fiel es una conciencia recta.[19]

35. ¿Es el recurso de planificación familiar natural (PFN) compatible con la paternidad responsable?

La paternidad responsable no es incompatible con el recurso a la planificación familiaar natural cuando existen motivos graves. Pero el esposo y la esposa deben tener en cuenta las consideraciones mencionadas y valorar este asunto concientemente ante Dios. Este objetivo no puede alcanzarse a menos que se practique la castidad conyugal sincera. Por razones justas, las parejas pueden desear espaciar los nacimientos de sus hijos. Deben asegurarse que su deseo nazca del egoísmo, sino que está de acuerdo con la generosidad adecuada de la paternidad responsable. Su comportamiento se regirá por los criterios objetivos de la moralidad.[20]

Es la pareja casada quien, en última instancia, tomará la decisión. Deben darse cuenta que su comportamiento está gobernado por los dictados de una conciencia bien formada, la cual puede contradecir los sentimientos y los impulsos. Algunos dicen que la conciencia es sagrada; de hecho, ha sido llamada el santuario del hombre. Esta conciencia está de acuerdo con la voluntad de Dios y se forma en el ser humano por medio de las enseñanzas de la Iglesia, que es la intérprete auténtica de la ley divina. Porque la ley divina ilumina el significado del amor conyugal, lo protege y lo conduce a la verdadera plenitud humana.

En esto, y no en nada más, estriba todo el misterio y la dignidad de la conciencia moral: en estar en el lugar, el lugar sagrado donde Dios le habla al hombre.[21]

Lo que generalmente se conoce como "planificación familiar natural", consiste en la práctica de utilizar los tiempos no fértiles para la expresión del amor conyugal, y puede recurrirse a él cuando hay motivos graves, por ejemplo para retrasar un nuevo nacimiento. Esta práctica expresa en una forma concreta la relación correcta entre los esposos en el matrimonio. Llama a un profundo respeto entre los esposos y a una comunión de mentes y corazones respecto a la regulación de los nacimientos. Reconoce los diferentes, pero complementarios, deseos y necesidades de un hombre y una mujer e insiste en que es indispensable la corresponsabilidad para tomar decisiones respecto a los hijos.

La planificación familiar natural reconoce y requiere iniciación adecuada, compromiso y la plena cooperación del esposo y la esposa. Respeta la naturaleza humana y va más allá de las formas mecánicas de expresar el amor humano. Se preserva la relación entre la comunión y la generosidad y se fomenta un nuevo nivel de comprensión entre esposo y esposa. Esta planificación constituye una atmósfera en la cual los padres están mucho más inclinados a asumir la corresponsabilidad para la educación de los hijos.[22]

El espaciamiento más natural se logra amamantando al infante porque la lactancia suprime la ovulación. Sin necesidad de programar la "planificación familiar", las parejas se dan cuenta de que sus hijos nacen adecuadamente espaciados.

Los motivos que conducen a la continencia periódica deben ser importantes. Los esposos tienen la obligación de procrear y educar a los hijos de acuerdo con el plan de Dios.

Los motivos que pueden orillar a los esposos a evitar la procreación son la salud física y psicológica del esposo o la esposa, la armonía y la paz de la familia, mejores condiciones para la educación de los hijos ya nacidos o circunstancias externas.[23]

Los métodos lícitos de control natal natural son el método del ritmo y otros como el de la temperatura basal, el de la ovulación y Billings. Estos métodos pueden usarse bajo las siguienters circunstancias:

Cada acto marital debe estar abierto a la transmisión de la vida: El control natal artificial (es decir, la píldora, el dispositivo intrauterino (DIU), el coito interrumpido, el condón, etc), la masturbación o la esterilización voluntaria en ningún caso están permitidos porque son transgresiones graves a la ley de Dios, es ir contra la naturaleza del amor conyugal y establecer el campo fértil para la destrucción final del contrato matrimonial

La decisión de emplear la planificación familiar natural debe hacerse con una conciencia recta, es decir, una conciencia informada por las enseñanzas de la Iglesia.

Deben existir motivos morales graves para practicar la planificación familiar natural.

Y, no debe haber ocasión de pecado para ninguno de los esposos, por ejemplo, períodos de infidelidad debidos a períodos prolongados de continencia. Estos períodos significan respetar las leyes del proceso generativo, reconocer que no somos árbitros de las fuentes de la vida humana, sino más bien el ministro del designio establecido por el Creador.[24]

La orientación y la guía de un sacerdote prudente siempre ayudarán a la pareja a tomar la decisión correcta ante Dios.

También está prohibido cualquier acto para buscar el placer sexual que por su naturaleza no esté dirigido o destinado a la procreación y a aspectos unificantes del amor matrimonial, por ejemplo, el coito oral, la auto o mutua masturbación, etc.

La Iglesia condena severamente cualquier alteración de la ley natural y, por esta razón, condena el control natal artificial. Las enseñanzas de las Iglesia en este aspecto siempre han sido las mismas desde el mismo principio de la cristiandad.

Además, la experiencia ha demostrado que la destrucción del contrato matrimonial puede ser sutil. La erosión suele ocurrir durante años del uso de anticonceptivos. El sexo contraceptivo puede hasta convertirse en alienante cuando se ha eliminado el propósito original.

36. Según la respuesta anterior, ¿qué condiciones se requieren para optar la limitación en el número de hijos?

Para optar por la limitación en el número de hijos se requieren dos condiciones: que haya causas que justifiquen esa decisión y que se utilice un método que esté de acuerdo con la ley moral.

La paternidad responsable implica apertura a la vida en las relaciones conyugales. Una apertura a la vida en las relaciones conyugales protege la autenticidad de la relación amorosa, salvándola del riesgo de descender al nivel de simple goce utilitario.[25]

La orden de Dios dada a nuestros primeros padres en el Génesis de ser fructíferos y multiplicarse no implica que cada acto mastrimonial logre como objetivo la concepción de la vida; sin embargo, en cada acto conyugal no puede haber acción opuesta a la transmisión de la vida.

Toda acción que, o en previsión del acto conyugal, o en su realización, o en el desarrollo de sus consecuencias naturales, se proponga como fin o como medio, hacer imposible la procreación, es intrínsecamente pecaminosa.[26]

37. ¿Qué han dicho los Romanos Pontífices sobre las causas o motivos que hacen lícita la decisión de evitar un nuevo nacimiento?

Respecto a las causas o motivos que hacen lícita la decisión de evitar un nuevo nacimiento, los Romanos Pontífices han utilizado las siguientes expresiones: Pío XII: "casos de fuerza mayor", "motivos graves", "motivos serios y proporcionados",[27] Pablo VI: "serias causas", "justos motivos",[28] Juan Pablo II: "justas razones".[29]

38. Ahora bien, ¿a qué se refieren esas causas o motivos?

Esas causas o motivos se refieren "a las condiciones físicas, económicas, psicológicas, sociales"[30] de los cónyuges o de los hijos. Para concretar un poco más estas ideas, podríamos ejemplificarlas esquemáticamente de la siguiente manera:

a) Para retrasar una nueva concepción se requieren motivos o razones proporcionadas como las que se indican a continuación:

Físicas: reponerse de varios embarazos y partos muy seguidos, superar una enfermedad relativamente grave, o alargar por prescripción médica el período de convalecencia;

Económicas: situación económica realmente apurada, en la que un nuevo hijo provocaría serios problemas;

Psicológicas: determinados estados de angustia o ansiedad ante la posibilidad de un nuevo embarazo, alguna otra enfermedad mental comprobada en alguno de los cónyuges;

Sociales: imposibilidad material de dar a la nueva criatura un adecuado cobijo;

Personales: carencia efectiva de tiempo para atender a la nueva prole o para cumplir adecuadamente -contando siempre con la propia generosidad y espíritu de sacrificio- las obligaciones de estado o las que impone el trato a con Dios;

b) para evitar de por vida una nueva concepción, los motivos habrán de ser, lógicamente, de mucha mayor importancia: peligro próximo y mortal para la salud de la madre, enfermedad grave e incurable, imposibilidad de trasladarse a una vivienda más amplia para evitar la promiscuidad, incapacidad permanente para resolver las necesidades de los hijos -alimento, vestido, educación-, necesidad imperiosa para la madre de trabajar fuera de casa e incompatibilidad real de esa tarea con el cuidado de los hijos, etc.

La otra condición para optar lícitamente por la limitación de los nacimientos se refiere, como advertimos, al método, que ha de estar de acuerdo con la ley moral.

39. ¿Es lícito, entonces, el uso de la contracepción?

La contracepción, es decir, la acción contra la concepción, tiene como objetivo prevenir la transmisión de la vida. Esta acción es un mal uso de las facultades reproductoras, y viola uno de los propósitos del matrimonio. Es un rechazo directo, un decir "no"al plan de Dios para la vida y a la vocación para traer nueva vida. Puede conducir a una pérdida de la fe.

La vida misma es sagrada, y por este solo hecho, las relaciones sexuales, a diferencia de otras acciones físicas, son también sagradas. Por ello, las parejas comparten el poder y la paternidad de Dios.[31]

Considerando a Dios como causa fundamental de todas las cosas, debe tenerse presente que en el origen de cada persona humana hay un acto creativo de Dios. Ningún hombre viene a este mundo por casualidad; siempre es objeto del amor creativo de Dios. Por esta verdad fundamental de la fe y la razón, la capacidad procreativa, inscrita en la sexualidad humana, es, en su verdad más profunda, una cooperación con el poder creativo de Dios. El hombre y la mujer no son ni árbitros de esta capacidad, ni sus maestros.[32]

El fenómeno biológico de la reproducción humana, donde la persona humana encuentra sus orígenes, también tiene su fin en el nacimiento de una nueva persona, única e irrepetible, hecha a imagen y semejanza de Dios.[33]

El uso de la contracepción priva al acto matrimonial de su naturaleza sagrada, diciendo "no"a la transmisión y al valor de la vida. Este "no" a la vida conduce al egoísmo en el cual cada miembro de la pareja tenderá a usar cada vez más al otro para satisfacer sus necesidades sensuales. Este "no" también se traduce en un deseo de aumento de los bienes materiales, una mejor carrera, o comodidades a cualquier precio.

Además, cuando se excluye el propósito primario de las relaciones sexuales, es muy difícil distinguirlo de otras perversiones sexuales como el sexo premarital, la masturbación, etc. con lo que se busca como fin primario la satisfacción sexual, sin apertura a la vida. Es probable que no reconozcan que la barrera espiritual que han puesto entre ellos es el verdadero motivo de esta distancia.

40. ¿Puede el control artificial de la natalidad estar de acuerdo con las enseñanzas de la Iglesia (por ejemplo, en casos extremos)?

El control artificial de la natalidad nunca puede estar de acuerdo con las enseñanzas de la Iglesia, aún en casos extremos. Cegar las fuentes de la vida es una violación a la ley de Dios, y un mal uso de los dones que Dios ha concedido a la humanidad. Hacer esto demuestra que una persona es movida por el temor y el egoísmo, no por amor. Todo se vuelve turbio porque el esposo y la esposa empiezan a verse como cómplices. Irónicamente, pueden experimentar menos intimidad en medio de actos sexuales más frecuentes. Las heridas que se crean, si se deja que continúe este estado, son casi siempre imposibles de curar. El amor ya no es auténtico.[34] El mal uso del sexo en el matrimonio es comunicar lo siguiente: Acepto la parte de ti que me trae placer pero no la parte que produce nueva vida.

Así, al lenguaje natural que expresa la recíproca donación total de los esposos, el anticoncepcionismo impone un lenguaje objetivamente contradictorio, es decir, el de no darse al otro totalmente; se produce no sólo el rechazo positivo de la apertura a la vida, sino también a una falsificación de la verdad interior del amor conyugal, llamado a entregarse en plenitud persona.[35]

La iglesia Católica prohibe el uso del control natal artificial, como la pastilla anticonceptiva, el coito interrumpido, el DIU, el condón, etc.[36] Nunca deben usarse: contradicen el propósito del matrimonio porque interefierenn con el plan de Dios y el propósito de crear nueva vida. Son malvados intrínsecamente. Es como decir non serviam a Dios (No te serviré a ti en esta colaboración creadora).

Inversamente: Cuando hay castidad en el amor de las personas casadas, su vida matrimonial será auténtica; esposo y esposa son fieles a ellos mismos, se comprenden y desarrollan la unión entre ellos.[37] Desde el momento de la concepción la vida deberá cuidarse con gran cuidado, mientras el aborto y el infanticidio son crímenes abominables.[38]

Aunque el objetivo de algunas formas de control artificial de la natalidad es la contracepción, el resultado real ha sido el aborto. Otras, como el DIU, la pastilla, o las pastillas para la mañana siguiente (abortivas) por ejemplo RU-486, siempre son abortíferas por destrucción de la nueva vida: el huevo ya fertilizado. Estos métodos abortíferos de "contracepción" son especialmente inmorales, porque, como la vida comienza en la concepción, provocan el aborto de una nueva vida humana.

El uso adecuado de las relaciones cougales durante el matrimonio es una clave importante para el éxito de un matrimonio. Los sacerdotes con experiencia en Tribunales Matrimoniales se dan cuenta que en muchos casos, el divorcio es precedido por la falta de castidad, ya sea por contracepción durante el matrimonio, sexo premarital, sexo extramarital, o por los tres.

41. ¿A quién corresponde la decisión sobre el modo de ejercer la paternidad responsable?

La decisión sobre el modo de ejercer la paternidad responsable en cada caso —aceptando un número mayor de hijos o limitándolo— corresponde a los cónyuges, ya que "los primeros responsables del amor conyugal son los mismos esposos",[39] o con palabras del Concilio Vaticano II, "este juicio, en último término, deben formarlo ante Dios los esposos personalmente. En su modo de obrar, los esposos cristianos sean conscientes de que no pueden proceder a su antojo, sino que siempre deben regirse por la conciencia, la cual ha de ajustarse a la ley divina misma, dóciles al Magisterio de la Iglesia, que interpreta auténticamente esa ley a la luz del Evangelio"[40] Por tanto, si bien es recomendable pedir consejo a quien pueda darlo con objetividad y buen criterio —por ejemplo, el sacerdote con quien suelan confesarse—, la decisión final habrán de tomarla en conciencia los esposos, De ahí que no tenga sentido hablar de "permiso" otorgado por el sacerdote en esta materia, pues carece de esa facultad.

42. ¿Qué método es moralmente lícito para controlar la natalidad?

El único método moralmente lícito para evitar o retrasar un embarazo, supuestas las causas que lo justifican, consiste en la abstinencia del acto conyugal en los días en que puede haber fecundación: "Si para espaciar los nacimientos existen serios motivos, derivados de las condiciones físicas o psicológicas de los cónyuges, o de circunstancias exteriores, la Iglesia enseña que entonces es lícito tener en cuenta los ritmos naturales inmanentes a las funciones generadoras para usar el matrimonio sólo en los períodos infecundos y así regular la natalidad sin ofender los principios morales"[41] A este método se le llama continencia periódica.

43. ¿Por qué es lícito el método de la continencia periódica?

La razón por la cual este método es lícito es porque se cumplen las dos condiciones para la bondad de todo acto humano:

Que haya recta intención: en este caso, la intención queda avalada por las causas o motivos que llevaron a tomar la decisión de espaciar los nacimientos; y que el acto sea bueno en sí, por su objeto: esta condición también se da, pues al hacer uso del matrimonio en los periodos agenésicos, los cónyuges no rompen la unidad entre los dos aspectos o significados que constituyen esencialmente el acto conyugal,[42] como Dios lo ha querido: el aspecto unitivo: la unión entre los esposos, el amor mutuo que se expresa y fortalece mediante ese acto y, el aspecto procreativo el acto matrimonial permanece abierto naturalmente a la procreación, ya que se ha respetado la naturaleza, sin alterar artificialmente los mecanismos por los que se regula la generación humana.

44. ¿Qué se entiende por métodos naturales?

Habíamos dicho que el único método lícito para regular la natalidad es la continencia periódica. Ahora hay que añadir que por métodos naturales se entienden los diversos procedimientos que permiten detectar los días en que puede haber fecundación, con miras a abstenerse del acto conyugal en esas fechas. Por tanto, el recurso a la continencia periódica es común a todos ellos.

45. ¿En qué se basan los métodos naturales de regulación de la fertilidad?

Todos los métodos naturales de regulación de la fertilidad se basan en el reconocimiento de las diferentes etapas de las que consta el ciclo menstrual y, muy especialmente, en la identificación del momento de la ovulación, que es el hecho clave sobre el que gira la posibilidad del embarazo.

46. Estas leyes que aparecen como costosas ¿Pueden vivirlas todos los esposos cristianos?

Aunque en algunos casos pueda resultar difícil vivir la Doctrina de la Iglesia respecto al matrimonio y la procreación, hay que tener en cuenta que, como ha dicho Juan Pablo II, "no puede haber verdadera contradicción entre la ley divina de la transmisión de la vida y la de favorecer el auténtico amor conyugal".[43] Además, "Dios no manda lo imposible, y todo mandamiento lleva consigo también un don de gracia que ayuda a la libertad humana a cumplirlo. Sin embargo, son necesarios la oración constante, el recurso frecuente a los sacramentos".[44] Esto significa que los esposos no se encuentran solos, con sus solas fuerzas, para vivir unas exigencias que les superan, sino que cuentan con la ayuda que Dios les ofrece. Lo que hace falta, por tanto, es aceptar esa ayuda, apoyarse y confiar en ella. ¿Cómo? Lo acaba de indicar el Papa: rezando, confesándose con frecuencia, acudiendo a la Santa Misa también entre semana, y recibiendo la Sagrada Comunión en estado de gracia.

47. ¿Cuál es el documento más importante del Magisterio reciente de la Iglesia sobre el matrimonio y la procreación? ¿Ha sido constante la Iglesia en esta enseñanza?

El documento más importante del Magisterio reciente de la Iglesia sobre el matrimonio y la procreación es la encíclica Humanae Vitae, de Pablo VI, del año 1968, que aborda sistemáticamente el tema. La exhortación apostólica Familiaris Consortio, de Juan Pablo II, del año 1981, trata también con gran profundidad el tema de la transmisión de la vida, pero dentro de un contexto más amplio, y secunda plenamente las enseñanzas contenidas en la encíclica de Pablo VI. También la Iglesia recuerda estas enseñanzas en el Catecismo de la Iglesia Católica, en la instrucción Donum viate de la Congregación para la doctrina de la fe y el Papa Juan Pablo II habla una vez más de este tema en muchas de sus Alocuciones y en la Carta a las familias de 1994. "La Iglesia enseña la verdad moral sobre la paternidad y maternidad responsables, defendiéndola de las visiones y tendencias erroneas difundidas actualmente."[45]

48. ¿Es insesible la Iglesia a las dificultades para vivir la moral sobre la paternidad y maternidad responsables?

Es el mismo Papa Juan Pablo II quien responde a esta pregunta, con otras, diciendo: "¿Por qué hace esto la Iglesia? ¿Acaso porque no se da cuenta de la problemática evocada por quienes en este ám­bito sugieren concesiones y tratan de convencerla también con presiones indebidas, si no es incluso con amenazas? En efecto, se reprocha frecuentemente al Ma­gisterio de la Iglesia que está ya superado y cerrado a las instancias del espíritu de los tiempos modernos; que su acción es nociva para la humanidad, más aun, para la Iglesia misma. Por mantenerse obstinadamente en sus propias posiciones —se dice, la Iglesia acabará por perder popularidad y los creyentes se alejarán cada vez más de ella.

Pero, ¿cómo se puede sostener que la Iglesia, y de modo especial el Episcopado en comunión con el Papa, es insen­sible a problemas tan graves y actuales? Pablo VI veía precisa­mente en éstos cuestiones tan vitales que lo impulsaron a publicar la encíclica Humanae vitae. El fundamento en que se basa la doctrina de la Iglesia sobre la paternidad y maternidad responsables es mucho más amplio y sólido. El Concilio indica ante todo en sus enseñanzas sobre el hombre cuando afirma que "es la única criatura en la tierra a la que Dios ha amado por sí misma" y que "no puede encontrarse plenamente a sí mismo si no es en la entrega sincera de sí mismo".[46] Y esto porque ha sido creado a imagen y seme­janza de Dios, y redimido por el Hijo unigénito del Padre, hecho hombre por nosotros y por nuestra salvación.

El concilio Vaticano II particularmente atento al pro­blema del hombre y de su vocación, afirma que la unión convugal —significada en la expresión bíblica "una sola came"— sólo puede ser comprendida y explicada plena­mente recurriendo a los valores de la "persona " y de la "entre­ga". Cada hombre y cada mujer se realizan en plenitud mediante la entrega sincera de sí mismo; y, para los espo­sos, el momento de la unión conyugal constituye una experiencia particularísima de ello. Es entonces cuando el hombre y la mujer, en la "verdad" de su masculinidad y femineidad, se convierten en entrega recíproca. Toda la vida del matrimonio es entrega, pero esto se hace singular­mente evidente cuando los esposos, ofreciéndose recípro­camente en el amor, realizan el encuentro que hace de los dos "una sola carne".[47]

Viven entonces un momento de especial responsabilidad, incluso por la potencialidad procreativa vinculada al acto conyugal. En aquel momento, los esposos pueden conver­tirse en padre y madre, iniciando el proceso de una nueva existencia humana que después se desarrollará en el seno de la mujer. Aunque es la mujer la primera que se da cuenta de que es madre, el hombre con el cual se ha unido en "una sola came" toma a su vez conciencia, mediante el testimo­nio de ella, de haberse convertido en padre. Ambos son responsables de la potencial, y después efectiva, paterni­dad y matemidad. El hombre debe reconocer y aceptar el resultado de una decisión que también ha sido suya. No puede ampararse en expresiones como: "no sé", "no que­ría", "lo has querido tú". La unión conyugal conlleva en cualquier caso la responsabilidad del hombre y la mujer, responsabilidad potencial que llega a ser efectiva cuando las circunstancias lo imponen.[48]

49. ¿Qué ha dicho expresamente Juan Pablo II sobre la Humanae Vitae?

En repetidas ocasiones y con distintas palabras Juan Pablo II ha subrayado el carácter de certeza, validez, aceptación plena y permanencia de la doctrina contenida en la Humanae Vitae:

"Una enseñanza que para la Iglesia es cierta",[49] "no se puede dudar de la validez de las normas morales allí expuestas";[50] contiene "una verdad que no puede ser discutida";[51] y que tampoco podrá cambiar en el futuro, pues "se trata, efectivamente, de una enseñanza que pertenece al patrimonio permanente de la doctrina moral de la Iglesia".[52]

50. ¿Qué ha dicho el Papa a los sacerdotes acerca de la transmisión de esta doctrina a los demás fieles de la Iglesia?

Juan Pablo II decía a los sacerdotes asistentes a la Audiencia especial del 1-III-84: "Sabéis bien que a menudo la fidelidad de parte de los sacerdotes -digamos, mejor, de la Iglesia- a esta verdad y a las normas morales consiguientes, quiero decir, las enseñadas por la Humanae Vitae y por la Familiaris Consortio, tiene que ser con frecuencia pagada a un alto precio. Con frecuencia es uno ridiculizado, acusado de incomprensión y de dureza, y aún de otras cosas. Es la suerte de un testigo de la verdad, como bien sabemos (…). Con sencillez y humilde firmeza sed fieles al Magisterio de la Iglesia en un punto de tan decisiva importancia para el destino del hombre". Estas palabras recuerdan aquellas otras de Pablo VI: "Amados hijos sacerdotes (…) vuestra primera incumbencia (…) es exponer sin ambigüedades la doctrina de la Iglesia sobre el matrimonio (…). No menoscabar en nada la saludable doctrina de Cristo es una forma de caridad eminente hacia las almas".[53]

51. ¿En qué forma puede la astidad ser compatible con el afecto humano, el sexo y el amor en la vida marital?

Dios instituyó el matrimonio y estableció reglas para la castidad en el matrimonio. La decisión de seguir su ley será la mejor forma de ser felices en la vida de casados. Pero ¿cómo puede la castidad ser compatible con el cariño y el sexo en la vida matrimonial?

Se puede contestar a esta pregunta con algunas palabras del Beato Josemaría Escrivá: Con respecto a la castidad en la vida matrimonial, puedo asegurarles a todas las parejas casadas que no es necesario tener miedo al cariño de uno hacia el otro. Por el contrario, esta inclinación está en la raíz de la vida familiar. Lo que Nuestro Señor espera de ellos es que se respeten uno al otro y que sean leales entre sí; que actúen con refinamiento, naturalidad y modestia. También les digo que la dignidad de sus relaciones conyugales es el resultado del amor que se expresa en ellos. Y habrá amor si esas relaciones están abiertas para fructificar, para traer hijos al mundo.[54]

El Catecismo de la Iglesia Católica enfatiza que la sexualidad está dirigida al amor conyugal de hombre y mujer. En el matrimonio la intimidad corporal de la pareja se convierte en una promesa de comunión espiritual.[55]

El marido dé el débito conyugal a la mujer; y lo mismo la mujer al marido. La mujer no es dueña de su propio cuerpo, sino el marido; del mismo modo, el marido no es dueño de su propio cuerpo, sino la mujer.[56]

52. ¿A quién debemos acudir para obtener el consejo adecuado?

Siempre necesitamos buscar a la persona adecuada para obtener el mejor consejo: No olviden los esposos, al oír consejos y recomendaciones en esta materia, que de lo que se trata es de conocer lo que Dios quiere. Cuando hay sinceridad, rectitud y un mínimo de formación cristiana, la conciencia sabe descubrir la voluntad de Dios en esto como en todo lo demás. Porque puede suceder que se esté buscando un consejo que favorezca el propio egoísmo, que acalle precisamente con su presunta autoridad el clamor de la propia alma; e incluso que se vaya cambiando de consejero hasta encontrar el más benévolo. Entre otras cosas, ésa es una actitud fariseica, indigna de un hijo de Dios.[57]

53. ¿Es todavía una bendición tener una familia numerosa? ¿Son los hijos una fuente de alegría?

Los hijos son el regalo supremo del matrimonio.[58] Las Sagradas Escrituras y la práctica tradicional de la Iglesia han considerado a las familias numerosas como un signo de bendición de Dios y de la generosidad de los padres.[59]

Los hijos son siempre una fuente de alegría cuando nacen del amor: Cada nuevo hijo es una nueva revelación del amor de Dios y de la fidelidad de los esposos.[60] Cada hijo es además una prueba de nuestro respeto por el misterio de la vida, sobre el cual, desde el momento de la concepción, el Creador pone la huella de su imagen y semejanza. Esta paternidad une lo humano con lo divino y conduce a los esposos a una entrega mutua y libre.[61]

54. ¿Tiene Dios un plan definido para cada pareja? ¿Cuál es su responsabilidad ante Dios? ¿Qué sucede con las parejas que no pueden tener hijos?

Dios tiene un plan para cada pareja, el cual incluye el número de hijos que ellos deben ofrecerle a través del matrimonio. El no impone su voluntad sobre nosotros, pero quiere que la pareja libre y responsablemente diga si a su plan.

!Responsabilidad para el amor y para la vida! Esta expresión nos recuerda la grandeza de la vocación de los esposos, llamados a ser colaboradores libres y concientes de Dios, quien es amor, quien crea a través del amor y nos llama al amor. Por medio de este sentido de responsabilidad por el amor y por la vida, Dios Creador invita a los esposos a no ser operadores pasivos, sino más bien colaboradores o casi intérpretes de su plan.[62]

Un hijo es un regalo. El regalo más precioso del matrimonio es una persona humana. Pero algunas parejas no pueden engendrar hijos. La esterilidad física no es mala. Las parejas que sufren de infertilidad, después de agotar el potencial legítimo de la medicina, deben unirse con la cruz del Señor, la fuente de todo fruto espiritual. Deben mostrar su generosidad adoptando niños abandonados o porporcionando el servicio necesasrio a otros. Su matrimonio puede, sin embargo, tener un significado pleno, tanto en términos humanos como cristianos. Su matrimonio puede irradiar muchos frutos del amor, de la aceptación y del sacrificio.

EFECTOS DEL MATRIMONIO

Comprende el bien total de las personas, en un amor que fusiona lo humano con lo divino, conduciendo a los esposos a entregarse libre y mutuamente.

55. ¿Cuáles son los efectos más importantes del sacramento del matrimonio?

Los principales efectos del matrimonio son.[1]

. Una mayor gracia santificante cuando se recibe en estado de gracia. Antes del matrimonio es necesario recibir el sacramento de la Confesión cuando uno tiene pecados mortales.

. Una unión indisoluble del matrimonio. Un matrimonio ratificado y consumado no puede ser disuelto por ningún poder humano o por otra razón que no sea la muerte. La unión que es irrevocable origina una garantía del contrato por la fidelidad de Dios.[2]

56. ¿Hay alguna gracia especial que se adquiera con el sacramento del Matrimonio? ¿Cuáles son los efectos de esa gracia?

Hay una gracia especial del matrimonio que da al esposo y a la esposa poder sobrenatural para:[3]

. Ayudarse mutuamente a obtener la santidad en su vida matrimonial y procrear y educar a sus hijos.[4]

. Ser fieles mientras vivan.

. Cumplir con sus derechos y obligaciones matrimoniales.

. Soportar las faltas y defectos de la pareja, hasta la muerte.

. Perfeccionar el amor de uno por el otro. Es un amor eminentemente humano, porque está dirigido de una persona a otra a través de un acto de la voluntad. Comprende el bien de la persona total… Este amor, que fusiona lo humano con lo divino, conduce a los esposos a entregarse libre y mutuamente… Es un amor que comprende la entrega total de la persona. En este regalo se incluye la sexualidad total con su apertura a la transmisión de la vida.

PREPARATIVOS PARA LA BODA

Todo lo que necesitas saber acerca del lugar, documentación, procedimientos, padrinos, etc. para que esa celebración tan especial sea un éxito

Al tercer día hubo una boda en Caná de Galilea, y la madre de Jesús estaba ahí, Jesús y sus discípulos también fueron invitados a la boda.[1]

57. ¿Dónde debe realizarse la celebración del matrimonio? ¿Quién puede formalizar el matrimonio?

Se ha de celebrar el matrimonio en la parroquia donde uno de los contrayentes tiene su domicilio. Puede celebrarse en otra parte:

. Si se trata de otra Iglesia u oratorio, entonces el permiso debe darlo el Ordinario o párroco correspondiente;

. Si es en otro lugar distinto a un Templo, entonces sólo el Obispo puede otorgar el permiso.

Las partes deben informar a sus párrocos. La norma es la notificación seis meses antes del matrimonio, pero deben observarse las políticas diocesanas locales, que pueden sugerir un mayor o menor tiempo. La pareja debe acudir al sacerdote que oficiará el matrimonio por lo menos seis meses antes de la boda. El los instruirá en los detalles específicos de la ceremonia de la boda.

El obispo local o el párroco, dentro de su teritorio, o un sacerdote o diácono delegado por alguno de ellos, puede presidir el matrimonio.

En el Rito Latino la celebración del Matrimonio entre dos fieles católicos tiene lugar ordinariamente dentro de la Misa, por el vínculo que tienen todos los sacramentos con el Misterio Pascual de Cristo.[2] En la Eucaristía se realiza el memorial de la Nueva Alianza, en la que Cristo se unió para siempre a la Iglesia, su esposa amada, por la que se entregó.[3] Es, pues, conveniente que los esposos sellen su consentimiento en darse el uno al otro mediante la ofrenda de sus propias vidas, uniéndose a la ofrenda de Cristo por su Iglesia, hecha presente en el sacrificio eucarístico, y recibiendo la Eucaristía, para que, comulgando con el mismo Cuerpo y en la misma Sangre de Cristo, "formen un solo cuerpo" en Cristo.[4]

58. ¿Qué procedimientos deben seguirse para un matrimonio religioso?

Para que un matrimonio religioso sea válido canónica y civilmente, debe realizarse de acuerdo con la ley Civil y Canónica. Los contrayentes deben prepararse cuidadosamente y seguir los procedimientos requeridos tanto por la ley de la Iglesia como por la Civil. Los requerimientos pueden diferir entre los estados y las diócesis.

En los lugares -incluyendo Estados Unidos de América- donde la Iglesia ha establecido un acuerdo con el gobierno, el matrimonio religioso automáticamente tiene los efectos civiles de un matrimonio civil. Sólo se necesita una licendia de matrimonio de las autoridades civiles. Para el caso de México, el matrimonio religioso no tiene efectos civiles, por lo que se requiere contraerlo por lo civil.

59. ¿Es bueno repasar el Rito del Matrimonio antes de la boda?

Si, ayuda a la pareja a entender el significado del Rito del Matrimonio en el cual cada esposo administra el Sacramento del Matrimonio al otro.

60. ¿Qué cursos, documentos, entrevistas u otros requerimientos se necesitan?

Los requerimientos específicos antes de la ceremonia del matrimonio son:

I. DOCUMENTOS

. Fe de bautismo de ambos contrayentes (aún los no católicos) expedida con fines matrimoniales y con fecha no anterior a seis meses antes de la boda.[5] Si esto pudiera causar problemas a la parte no-católica, será suficiente con un juramento de los padres, o de los que pueden atestiguar el bautismo, afirmando que la persona fue bautizada. Si esto no puede obtenerse, entonces debe tenerse una dispensa por disparidad de culto ad cautelam.

. Para los Estados Unidos licencia de matrimonio de la oficina del registro civil. Esta comprende: la solicitud de las dos partes, la notificación (ésta podría tardar 10 días) y la propia licencia. La licencia de matrimonio puede obtenerse de las diferentes oficinas del registro civil de acuerdo con la ley del estado, en los diferentes lugares se aplican leyes distintas.

. Cartas de libertad de los párrocos y padres.

. Permiso de los padres si una de las partes tiene menos de 18 años de edad.

. Certificado de asistencia a un curso de Instrucción sobre el Matrimonio aprobado por la diócesis. La preparación prematrimonial también puede ser impartida por el propio párroco o por un equipo parroquial.

. En ocasiones se necesita un permiso por escrito del párroco de la novia.

. Para los viudos, un certificado auténtico de defunción del esposo o esposa fallecidos y un certificado del matrimonio previo.

En algunos estados y países, es necesario que el sacerdote o el diácono estén registrados y hasta afianzados para que puedan atestiguar un matrimonio. Además, en algunas diócesis el nombre, residencia oficial y número de licencia del sacerdote o diácono que va a celebrar el matrimonio cuando no es el sacerdote de la parroquia en la cual se va a celebrar la boda.

Empezar los preparativos seis meses antes de la boda, especialmente para la instrucción prematrimonial y la solicitud de certificados y licencias de matrimonio.

II. INVESTIGACIONES PRENUPCIALES

Deben ser realizadas por el sacerdote de la parroquia donde va a celebrarse la boda antes de la publicación de las amonestaciones. El propósito de la investigación es:

. Asegurarse que ambas partes son capaces de contraer un matrimonio válido: que no haya ni impedimentos ni causas para que el consentimiento sea defectuoso o viciado.

. Asegurarse que ambas partes toman su decisión con libertad.

. Asegurar que las partes contrayentes tienen la suficiente instrucción en la doctrins Cristiana, particularmente en cuanto a la naturaleza, fines y propiedades esenciales del matrimonio.

III. LAS AMONESTACIONES

Son la publicación o el anuncio público del evento del futuro matrimonio en las parroquias del novio y de la novia, y en la parroquia donde va a celebrarse el matrimonio. Sin embargo, desde el punto de vista canónico, el objetivo es dar oportunidad para que se revelen posibles impedimentos para el matrimonio.

La publicación de las amonestaciones también puede hacerse en otras parroquias donde haya suficientes motivos para sospechar de la existencia de cualquier impedimento matrimonial que pudiera invalidar la celebración de un matrimonio en particular.[6] Todos los fieles están obligados a revelar cualquier impedimento que ellos conozcan, al párroco o al Ordinario local antes de la celebración del matrimonio.[7]

Las amonestaciones pueden anunciaarse oralmente, impresas o hasta colocándolas en la puerta de la iglesia por tres domingos consecutivos o días de fiestas de guardar u otros días cuando hay una gran presencia de fieles. Debe haber por lo menos un período de dos días entre la última publicación de las amonestaciones y la ceremonia matrimonial.

En algunas diócesis, las amonestaciones ya no son requeridas.

IV. PREPARATIVOS DIVERSOS. testigos (padrinos), libros, elección de las Lecturas de la Misa, coro, flores, etc.

Estos preparativos pueden tardar hasta un mes.

La Misa de la boda es una celebración jubilosa, y también un evento definido que se efectúa en la Iglesia. El vestido de los participantes debe reflejar esa dignidad. Las canciones de la boda deben estar de acuerdo con la liturgia aprobada, no ser simplemente canciones ordinarias. La música deberá ser seleccionada cuidadosamente, teniendo presente la naturaleza de la celebración y las normas de la Iglesia. La selección de la música adecuada suele ser responsabilidad del novio y de la novia.

La Iglesia es un lugar de veneración. La conducta de todos los asistentes deberá reflejar esto. Deberán seguirse los movimientos y posturas adecuados durante la ceremonia, así como las guías para recibir la comunión (Véase parte III, F). Todos los presentes deberán observar buenos modales y respeto por las creencias de la Iglesia (católicos y no católicos) tanto durante el ensayo, si lo hay, como en la ceremonia.

Los preparativos para los participantes en la boda, como los monaguillos, los asistentes, el organista, los cantores, las niñas que llevan las flores y otros participantes deberán ser tratados previamente con el sacerdote. Puede haber algunos reglamentos particulares de la parroquia que deberán respetarse.

En la mayor parte de las parroquias se permite tomar fotografías durante la ceremonia matrimonial y después. Esto deberá hacerse en forma tal que no distraiga de la celebración litúrgica.

Como puede haber varios matrimonios programados para el mismo día, deberá respetarse el programa de la parroquia.

e. Las PROPINAS pueden no ser requeridas pero en ocasiones se establecen claramente. Sin embargo, es de buen gusto hacer una donación a la Iglesia, en proporción con los gastos totales de la boda. Si se desea, también puede darse un estipendio al sacerdote que ofició la ceremonia. El organista y otros músicos generalmente tienen cuotas estipuladas.

61. ¿Dónde puede encontrarse el ritual oficial para la ceremonia del matrimonio? ¿Es éste necesario para que la celebración sea válida?

La versión oficial del Rito del Matrimonio aprobada por cada país puede diferir. Algunos folletos matrimoniales incluyen un Rito del Matrimonio que no es válido en otros países. Conviene consultar con el sacerdote de la parroquia y obtener una copia del rito aprobado para la celebración del matrimonio.

Es absolutamente necesario seguir el Rito del Matrimonio aprobado por el obispo de la localidad o por la Conferencia Episcopal para que una ceremonia matrimonial sea válida.

La Iglesia normalmente requiere la forma canónica del matrimonio para católicos, por varias razones.[8]

. El matrimonio sacramental es un acto litúrgico. Por tanto es conveniente que se celebre en la liturgia pública de la iglesia.

. El matrimonio introduce a la novia y al novio en un orden eclesiástico y crea derechos y obligaciones en la Iglesia entre los esposos y hacia sus hijos.

. Como el matrimonio es un estado público de la vida en la Iglesia, debe haber certidumbre sobre este matrimonio; de ahí la necesidad de testigos.

. Su carácter público protege el consentimiento dado y ayuda a los esposos a permanecer fieles a él.

VIDA FAMILIAR

La unión familiar se logra cada día con la comunicación, atención y cuidados que mutuamente se den los esposos, y ellos a sus hijos.

Esposas, sed dóciles a vuestros maridos, como conviene en el Señor. Maridos, amad a vuestras esposas y no seais ásperos con ellas. Hijos, obedecer en todo a vuestros padres porque esto agrada al Señor. Padres, no os excedáis al reprender a vuestros hijos, no sea que se vuelvan pusilánimes.[1]

62. ¿Quiénes son los principales educadores de los hijos? ¿Es el hogar la primera escuela de la vida cristiana?

Los padres son los primeros y principales educadores de sus hijos. Los efectos del amor matrimonial se extienden a la vida moral, espiritual y sobrenatural que los padres dan a sus hijos por medio de la educación.[2] La obligación fundamental de la familia es preservar la vida, actualizar en la historia las bendiciones originales del Creador: transmitir por medio de la procreación la imagen divina de persona a persona.[3]

Al darse uno al otro y a sus hijos, las parejas casadas se dan a Dios. Aquí es donde se ejercita de manera privilegiada el sacerdocio bautismal del padre de familia, de la madre, de los hijos, de todos los miembros de la familia "en la recepción de los sacramentos, en la oración y en la acción de gracias, con el testimonio de una vida santa, con la renuncia y el amor que se traduce en obras.[4] El hogar es en sí la primera escuela de la vida cristiana y "escuela del más rico humanismo". Aquí se aprende la paciencia y el gozo del trabajo, el amor fraterno, el perdón generoso, incluso reiterado, y sobre todo el culto divino por medio de la oración y la ofrenda de su vida.[5]

63. ¿Cómo pueden los hijos ser preparados para un matrimonio futuro exitoso?

El enfoque que los jóvenes dan al matrimonio es un factor muy importante para el éxito de la familia. Necesitan entender que el matrimonio es una vocación que requiere de una preparación práctica. La mejor escuela para el matrimonio es el hogar. En la vida familiar es donde se educan los jóvenes para sus futuros matrimonios. Como escribe el Papa Juan Pablo II:

La preparación remota empieza en la niñez temprana, en esa preparación familiar sabia que conduce a los niños a descubrir que están dotados de una psicología rica y compleja y de una personalidad particular, con sus propias cualidades y defectos…[6]

La preparación próxima presentará al matrimonio como una relación interpersonal de un hombre y una mujer que tienen que desarrollarse continuamente, y los motivará para que estudien la naturaleza de la sexualidad conyugal y la paternidad responsable, con los conocimientos médicos y biológicos básicos relacionados con esto.[7]

64. ¿Hay algunas pautas para los padres cristianos?

Estas pautas podrían ayudar no sólo a preservar la unidad, sino a formar hogares felices y alegres.

. La renuncia es la base del matrimonio. Se dan uno al otro, con frecuencia sacrificando los propios deseos por el bien del ser amado. La persona se esfuerza por tomar su cruz y cargarla con amor.[8] El matrimonio es para el hombre maduro, que sabe que su vida y trabajo están a disposición de su esposa y de sus hijos, y para la mujer madura, que sabe que su vida y trabajo son el cuidado y el servicio que ella da a su esposo e hijos.

. Tener una disposición generosa es el reto de la paternidad responsable. La institución del matrimonio y el amor conyugal están orientados por su propia naturaleza a la procreación y educación de los hijos. Estos son el supremo regalo del matrimonio.[9] Dar a los hijos tiempo, atención, amor, y sobre todo, respeto.

. Respetar a su esposo(a). La persona con quien uno se casa es un hijo de Dios, hecho a su imagen y semejanza. Por el matrimonio, los esposos comparten una unión que fué establecida por el propio Dios y elevada por Cristo a la dignidad de sacramento. Se comparte una unión que es una vocación a la santidad y un medio para alcanzar la salvación eterna. En verdad, para un esposo, su esposa es su camino al cielo; para una esposa, su esposo es su camino al cielo; para ambos sus hijos son su camino al cielo.

. Confiar plenamente uno en el otro. La desconfianza daña al amor. Es una obligación justa confiar en el vecino y amigo más cercanos, en este caso los esposos. Juzgar sin evidencias y actuar celosamente es un pecado: un pecado contra la justicia y también contra la caridad.

. Hacer cosas juntos. El esposo y la esposa deben encontrar felicidad y alegría en su propio hogar y en la compañía de sus hijos. Su compañía preferente debe ser su esposo(a) y sus hijos. El compartir mantiene a los padres y a los hijos unidos. Es indispensable ser capaces de compartirse uno mismo -cualidades buenas y malas- con una familia y ser aceptado para tener una estrecha relación con el Señor.[10]

. Hacer del hogar un lugar agradable. El esposo y la esposa tienen la responsabilidad de hacer que en su hogar reine la felicidad y la alegría, un lugar que sea agradable por su presencia y por su interés en todo lo relacionado con la familia. La casa debe estar limpia y ordenada, mientras se permite que los niños jueguen con naturalidad y espontaneidad. Los alimentos deben estar bien preparados, bien balanceados y adecuados pero sin exageraciones. La familia también se une cuando la tragedia la golpea y en celebraciones alegres de los sacramentos.[11]

. Perdonar y buscar la reconciliación. Una y otra vez, hay que dejar pasar las viejas heridas y rencores para hacer las paces.[12] La regla de no decir nada cuando no se puede alabar se aplica perfectamente entre los esposos. Corrige a tu esposa, pero en privado y con prudencia. No conviene regañarse, reñir ni criticarse en público, pero sobre todo en presencia de los hijos.

. Tratar de no pelear o discutir. Las discusiones tienden a empeorar, en lugar de solucionar los problemas. Con frecuencia, la persona que grita más es la que está equivocada. Los casados deben aprender a controlar su carácter y a no pelear ni discutir en frente de los hijos porque éstos pueden salir lastimados, traumatizados o desilucionados por este comportamiento. Cuando empiezan sus noviazgos en años posteriores, los hijos que han presenciado con regularidad las peleas y discusiones de sus padres, tenderán a aceptar, como normal, este comportamiento de su futuro cónyuge, continuando el ciclo.

. Tener la actitud correcta hacia el sexo. La sexualidad está orientada al amor conyugal de hombre y mujer.[13] Dios creó el sexo para la procreación de los hijos y para la entrega mutua total.[14] La intención de Dios respecto al placer relacionado con el sexo es atraer al esposo y a la esposa para que cooperen con El en la transmisión de la vida humana, mientras se fomenta la unidad y la intimidad entre ellos. Es un regalo de Dios para la pareja casada. Pasra una pareja casada, el sexo es la expresión de la entrega mutua que fomenta y enriquece su amor entre sí y para con Dios. El acto matrimonial, dentro de un matrimonio válido y llevado a cabo de acuerdo con el plan de Dios, es una fuente de santificación y de mérito.

. Distribuir el dinero de la familia en una forma prudente. El dinero está destinado a servir al bienestar de todos los miembros de la familia. Debe emplearse como otro mnedio para crecer en generosidad y templanza.

. Cuidar la propia formación espiritual. Hay progreso en el matrimonio cuando el esposo y la esposa saben y practican la fe católica. Dedicar un poco de tiempo en leer la Biblia y un libro sobre la fe Católica, es nutrir la formación espiritual. En la familia, los padres deben ser los primeros en predicar la fe a sus hijos por medio de la palabra y el ejemplo; también deben estimular la vocación adecuada a cada uno, especialmente la vocación del estado sacerdotal. Al fomentar el crecimiento espiritual, los hijos escucharán el llamado de Dios y estarán abiertos a la gracia de Dios.[15]

.Orar juntos. Agradecer a Dios por las bendiciones, tratar de adquirir fortaleza y pedirle su guía en las crisis y titubeos. Dios responde a las oraciones pero en ocasiones en forma inesperada.[16] Nuestro señor bendijo la oración en conjunto al prometer que cuando dos o más personas se unieran en su nombre ahí estaría El.[17] Bendecir siempre los alimentos. Además, rezar el Rosario en familia es una hermosa plegaria y una verdadera unión con la Santísima Virgen María, Madre de Dios y nuestra Madre.

. Afirmar la vida. La vida es un precioso don de Dios. Debemos enfrentarnos a lo que destruye la vida como el asesinato, el aborto, el suicidio, la eutanasia, etc.[18]

El arma más eficaz contra las fuerzas que atacan la vida es la bienvenida que las familias dan a la nueva vida.

65. ¿Quién es responsable de la calidad de vida familiar y del bienestar de los hijos? ¿Debe la esposa trabajar fuera del hogar?

Ambos padres deben supervisar el bienestar de sus hijos y la calidad de la vida familiar ; ambos deben enfrentar las decisiones de sus respectivas obligaciones y responsabilidades. Las madres tienen un camino particular y con frecuencia difícil de seguir.

Las enseñanzas de los Papas y obispos enfatizan que la sociedad debe ser estructurada en forma tal que las esposas y madres no tengran que trabajar fuera del hogar cuando sus familias puedan vivir y prosperar en una forma digna, aún cuando ellas mismas dediquen todo su tiempo a su familia.[19]

Dios hizo a hombres y mujeres con la misma dignidad y responsabilidad personales. Esa igualdad justifica el acceso de la mujer a las funciones públicas en la sociedad. En una sociedad donde un gran porcentaje de mujeres son madres que trabajan, con frecuencia es fácil confundir su papel como mujer de carrera, esposa y madre. Sin embargo, la elección de una carrera debe hacerse en tal forma que no se contraponga con la feminidad de la mujer ni con las funciones de esposa y madre. El trabajo de medio tiempo y las incapacidades por maternidad pueden beneficiar a la familia. Sin embargo, la mujer debe estar en constante alerta a la fatiga, a un cambio en las prioridades y a una realización de su papel fundamental en el hogar.

Una cosa es que las mujeres decidan trabajar fuera de su hogar para su crecimiento personal, satisfacer las responsabilidades financieras y contribuir con su talento; otra es que estén obligadas a trabajar por la necesidad económica. El mercado y la cultura popular tienden a separar a los esposos entre sí y de sus hijos. La Iglesia les recuerda la naturaleza íntima irreemplazable y personal del trabajo del hogar.

El trabajo de la mujer en el hogar debe ser reconocido y respetado como un valor por su propio derecho. Como siempre, lo que la esposa y el esposo decidan respecto a esto, deberá ser evaluado a la luz del bienestar de toda la familia.[20]

66. ¿Cuál puede ser el trabajo más importante para una esposa y madre?

Servir a la familia -organizar y llevar una casa- puede ser la tarea más importante y satisfactoria de una mujer casada. El equipo moderno y la ayuda del marido y los hijos puede simplificar esta tarea. Además, para una familia feliz son vitales el establecimiento de prioridades; atender su hogar, con la ayuda de sus estudios profesionales, en el desaarrollo de los niños, la nutrición y las habilidades sociales, así como su experiencia.

La mujer está llamada a llevar a la familia, a la sociedad civil y a la Iglesia, algo característico que le es propio y que sólo ella puede dar: su delicada ternura, su generosidad incansable, su amor por lo concreto, su agudeza de ingenio, su capacidad de intuición, su piedad profunda y sencilla, su tenacidad… La feminidad no es auténtica si no advierte la hermosura de esa aportación insustituible y no la incorpora a su propia vida.

DIVORCIO Y SEPARACIÓN

El matrimonio es permanente porque Dios lo estableció desde el principio. La indisolubilidad del matrimonio es por el bien del esposo y la esposa, de sus hijos y de toda la sociedad humana.

En cambio a los casados, mando, no yo sino el Señor, que la mujer no se separe del marido, y en el caso de que se separe, permanezca sin casarse o reconciliarse con su marido, y que el marido no despida a su mujer.[1]

67. Si el matrimonio es permanente ¿por qué algunos matrimonios son declarados nulos o inválidos después de algunos años?

El matrimonio es permanente porque Dios lo estableció desde el principio.[2] La indisolubilidad del matrimonio es por el bien del esposo y la esposa, de sus hijos y de toda la sociedad humana.

El gobierno civil, no tiene el poder para disolver un matrimonio válido aún si el matrimonio es entre no Católicos. El gobierno sólo puede disolver los aspectos civiles del matrimonio, como la propiedad de bienes, la custodia de los hijos, etc. el divorcio civil se permite en algunos países. pero ante los ojos de Dios el matrimonio existe.

La Iglesia no tiene el poder para disolver un matrimonio válido, sacramental que ha sido consumado. Ella sólo puede declarar un matrimonio como nulo y no válido después de una investigación y de confirmar que el matrimonio no existió desde el principio. Las razones podrían ser:

La falta de consentimiento voluntario y libre.

Alguna deficiencia en la forma de celebración del matrimonio.

La presencia de impedimentos que hagan que un matrimonio no sea válido.

La declaración de nulidad (llamada anulación) es una decisión muy importante de un tribunal eclesiástico. Tiene que hacerse una investigación muy cuidadosa por parte de la Iglesia antes de llegar a una conclusión, asegurándose de que el matrimonio no se declare nulo o no válido por un error.

Estrictamente hablando, la palabra "anulación" es incorrecta porque la iglesia nunca puede anular un matrimonio válido que fue consumado. Anular significa nulificar, hacer algo nulo. La palabra "anulación" puede implicar que el contrato anulado o invalidado fue válido antes, pero éste no es el caso.

La Iglesia no puede convertir un matrimonio válido en nulo o no válido. Sin embargo, actualmente se emplea la palabra "anulación" en lugar de declaración de nulidad para referirse a que nunca hubo matrimonio. En tal caso, anulación de un matrimonio significa que un contrato matrimonial nunca existió porque no existían las condiciones necesarias.

Cuando se pide una anulación de matrimonio en el Tribunal Eclesiático ambas partes deben considerar su matrimonio como válido hasta que se declare lo contrario. Por tanto, antes de iniciar un nuevo noviazgo, pensando en una nueva unión, la unión original debe primero ser declarada nula o no válida.

La iglesia es la única autoridad que puede declarar que un matrimonio es inválido desde el principio. En otras palabras, declara que el matrimonio nunca existió aunque una o ambas partes actuaran de buena fe. Sólo si el matrimonio es declarado nulo quedan las partes libres para volver a casarse. En este caso, no hay que conceder un divorcio, sino simplemente declarar la nulidad o no existencia de un supuesto matrimonio previo.[3]

Un matrimonio putativo es un matrimonio no válido que ha sido celebrado de buena fe por lo menos de una de las partes. Los hijos nacidos de esta unión son legítimos.[4]

68. ¿Cuál es el significado de indisolubilidad del matrimonio?

Hay casos en los cuales se solicita y se concede el divorcio civil. Todos los cristianos deben tener presente que un decreto de divorcio civil no cambia el estado de los esposos como personas casadas ante Dios. Ni siquiera da derecho a tener un noviazgo o a buscar la compañía de una tercera persona. Siguen casados mientras vivan. Un matrimonio ratificado y consumado no puede ser disuelto por ningún poder humano o por ninguna causa que no sea la muerte.[5] Se entiende que una unión no es un matrimonio ratificado cuando la Iglesia lo aprueba como contrato sacramental válido.

Si uno de los esposos es víctima inocente de un divorcio civil, él no debe violar la ley moral.[6] De hecho hay una diferencia entre los que trataron sinceramente de salvar su primer matrimonio y han sido abandonados injustamente, y los que por medio de su propia falta grave destruyeron un matrimonio válido desde el punto de vista canónico.[7]

69. ¿Cuál es la diferencia entre separación y divorcio? ¿Existe la posibilidad de disolver un matrimonio válido?

El divorcio civil es un intento por romper el lazo matrimonial. Está absolutamente prohibido por la ley de Dios, que une a todos los hombres y mujeres, y no sólo a los Cristianos.

Algunas personas afirman que la Escritura da una excepción para permitir el divorcio, cuando Nuestro Señor dijo El que despide a su mujer, fuera del caso de infidelidad, y se casa con otra, es adúltero.[8] Esto debe interpretarse de acuerdo con otros mandamientos de Cristo referentes al matrimonio.[9]

En oposición con la ley Mosaica, que permitía el divorcio y volver a casarse, Cristo insistió en los Evangelios en la indisolubilidad del matrimonio. Para ser consistentes con todas las enseñanzas sobre el matrimonio, este verso tiene que entenderse en una forma que sólo permita una separación legal para la violación del matrimonio de los esposos, y no la libertad para divorciarse y volver a casarse a voluntad. Donde hay una separación legal, las partes continúan casadas; y aunque vivan separadas, su unión matrimonial continúa

La separación de los esposos en un matrimonio válido, sin una buena razón, es una ofensa grave a la voluntad de Dios. Esto es así por lo siguiente:

. Priva a los hijos de una educación adecuada, de una atmósfera de hogar y del amor que tienen derecho a recibir.

. Expone a las personas separadas a la tentación contra la castidad que puede conducir al adulterio y otros pecados.

Sin embargo, por un motivo muy grave, a una persona casada válidamente se le permite separarse de su cónyuge.[10] Hay algunas situaciones en las cuales vivir juntos en el matrimonio se hace imposible por varias razones. En tales casos, la Iglesia permite la separación física de la pareja y que vivan separados. Los esposos no dejan de ser marido y mujer ante Dios y por eso no son libres para contraer una nueva unión.[11]

Excepto en casos extraordinarios -como en la amenaza inmediata de daño físico- nadie debe tomar la decisión de separarse sin consultar primero con un sacerdote.

. Sin embargo la Iglesia sólo disuelve un matrimonio:

. Cuando es un enlace natural -no sacramental- de un matrimonio legítimo y consumado de personas no bautizadas. Esto se conoce como privilegio Paulino.[12] El matrimonio previo no está disuelto por la Iglesia sino por el segundo matrimonio. La Iglesia simplemente considera que existen las condiciones necesarias para el segundo matrimonio.

. Cuando es una unión natural -no sacramental- de un matrimonio legítimo y consumado entre una parte bautizada y una no bautizada. Esto se conoce como privilegio Petrino.

. Cuando se trata de un matrimonio no consumado entre personas bautizadas o entre una parte bautizada y otra no bautizada. Este matrimonio sólo puede ser disuelto por una causa justa, a solicitud de ambas partes o de una de las partes, aún si la otra parte no lo desea. Una decisión de esta naturaleza sólo puede ser tomada a discreción del Románo Pontífice.[13]

70. ¿Pueden obtener el divorcio las parejas católicas que estuvieron casadas por la Iglesia? ¿Por qué es una acción muy pecaminosa?

El divorcio, como ruptura de un contrato matrimonial, siempre es prohibido para los cristianos. Es una ofensa grave contra la ley natural.[14]

Esta acción pecaminosa da lugar a:

. Introducir el desorden en la familia y en la sociedad.

. Traumatizar a los hijos por la separación de los padres.

. Hacer del matrimonio una unión temporal que va contra la esencia del contrato matrimonial.

. Aumentar la frecuencia de rupturas matrimoniales al diseminar un divorcio contagioso mentalmente para la comunidad.

La aparente dificultad -aún la imposibilidad- de comprometerse de por vida con otro ser humano lo hace lo más importante para proclamar las buenas nuevas que Dios nos ama con un amor definitivo e irrevocable. Las parejas que dan este testimonio con la gracia de Dios, con frecuencia en condiciones muy difíciles, merecen la gratitud y el apoyo de la comunidad de la Iglesia.[15]

El divorcio civil, el cual no es una ruptura del contrato matrimonial, en ocasiones es permitido a los católicos sólo para los efectos civiles de proteger al inocente. En estos casos, ellos tienen que abstenerse de involucrarse en una nueva unión y dedicarse simplemente a llevar a cabo las obligaciones y responsabilidades de la vida cristiana. Su ejemplo de fidelidad y de consistencia cristiana adquiere un valor particular como testigo ante el mundo y la Iglesia.[16]

71. ¿Cuál es el estado ante Dios de los que vuelven a casarse después de obtener el divorcio?

Como el enlace matrimonial es indisoluble, las personas divorciadas deben continuar con la obligación de llevar a cabo sus tareas y responsabilidades familiares. Ellos no pueden involucrarse en una nueva unión porque ante Dios continúan casados. Por esa razón los que se divorcian y tratan de contraer un nuevo matrimonio terminan viviendo en adulterio.

Hoy son numerosos en muchos países los católicos que recurren al divorcio según las leyes civiles y que contraen también civilmente una nueva unión. La Iglesia no reconoce la nueva unión como válida si existe el matrimonio previo. Esto es por fidelidad a la palabra de Jesucristo: Quien se divorcie de su mujer y se case con otra, comete adulterio contra aquella; y si ella se divorcia de su marido y se casa con otro, comete adulterio.[17] Esto es, estar en una situación pública y permanente de adulterio.[18]

72. ¿Puede uno casarse con una persona divorciada? ¿Será éste un matrimonio no válido?

Un cristiano nunca puede casarse con una persona divorciada, cuyo matrimonio sea válido y consumado y cuyo esposo(a) todavía viva. Cristo dijo: Quien repudie a su mujer y se case con otra comete adulterio; y el que se case con una mujer que ha sido repudiada, comete adulterio.[19]

A pesar de la clara doctrina escrita en los Evangelios, la experiencia diaria desafortunadamente demuestra que la gente que obtiene un divorcio, con frecuencia intenta casarse de nuevo, aunque no por la Iglesia.[20] Es obvio que esta nueva unión es no válida porque el primer matrimonio todavía existe. Una persona divorciada sigue estando casada.

73. ¿Qué sucede si una persona se casa con alguien que ha estado separado o divorciado durante mucho tiempo sin esperanza de reconciliarse?

Aún en el caso de que alguien haya estado separado o divorciado por la ley civil de su pareja por mucho tiempo sin posibilidad de reconciliación, el enlace matrimonial continúa existiendo. También puede suceder que una de las personas de la pareja entre en una nueva unión no válida. Aún en este caso, la otra persona no puede hacer lo mismo, porque el primer enlace matrimonial es indisoluble.

MATRIMONIOS INTERRELIGIOSOS

La unión perfecta de personas y la comunión completa de la vida que constituye el estado matrimonial, se aseguran con más facilidad cuando ambas partes profesan la misma fe.

Si algún hermano tiene una esposa que sin compartir su fe acepta vivir con él, no la despida. Del mismo modo, si alguna mujer tiene un esposo que sin compartir su fe está conforme con vivir con ella, no se divorcie. Pues el esposo que no comparte la fe es santificado por la esposa, y la esposa no creyente es santificada porque el marido tiene fe.[1]

74. ¿Puede un Católico casarse con un no Católico? ¿Cómo? ¿Cuáles son los requisitos para los matrimonios interreligiosos? ¿Se les pide que se casen por la Iglesia Católica?

Los matrimonios entre un católico y un Cristiano bautizado que no esté en plena comunión con la Iglesia Católica se llaman matrimonios mixtos. Para que los matrimonios mixtos sean válidos se necesita permiso de la autoridad eclesiástica local, no la dispensa. Los matrimonios entre católicas y personas no bautizadas (disparidad de cultos) son no válidos a menos que se obtenga una dispensa de la autoridad eclesiástica local.[2]

Todo esto presupone que estos matrimonios son celebrados con todas las otras condiciones necesarias.

El obispo local puede otorgar permiso o dispensa para estos matrimonios bajo las siguientes condiciones.[3]

La parte Católica declara que está preparada para eliminar los peligros de separarse de su fe y hace una promesa sincera para hacer todo lo que esté de su parte para que todos sus hijos sean bautizados y educados en la Iglesia Católica.[4]

La otra parte debe ser informada con suficiente tiempo de las promesas que la persona católica ha hecho. Es importante que la otra persona esté realmente conciente de los compromisos y obligaciones del cónyuge católico.

Ambas personas deben recibir instrucción sobre los fines y propiedades esenciales del matrimonio, que no deben ser excluídos por ninguna de las partes.

Deben casarse en la Iglesia Católica, siguiendo la forma canónica (ceremonia de la Iglesia con un sacerdote o diácono Católico autorizado y por lo menos dos testigos). Cuando hay dificultades graves, el obispo local puede dar una dispensa y permitir que se siga una forma pública. Sin embargo, nunca se permite que un sacerdote o diácono Católicos y un ministro no católico, rabino u oficial público, siguiendo cada uno su propio rito, presidan juntos un acto de consentimiento de matrimonio. De igual modo, está prohibido tener una ceremonia de matrimonio religioso antes o después de la ceremonia Católica para dar o recibir el consentimiento matrimonial.[5] El consentimiento matrimonial se da sólo una vez.

75. ¿Son recomendables los matrimonios interreligiosos?

La unión perfecta de personas y la comunión completa de la vida que constituye el estado matrimonial se aseguran con más facilidad cuando ambas partes profesan la misma fe. Además, la experiencia práctica y las observaciones obtenidas en varios diálogos entre representantes de iglesias y comunidades eclesiásticas indican que en los matrimonios mixtos las propias parejas y los hijos nacidos de ellas frecuentemente presentan dificultades para mantener su fe cristiana y su compromiso, así como para la vida familiar armónica. Por estas razones, los matrimonios entre personas de la misma comunidad eclesiástica siguen siendo el objetivo que debe recomendarse y motivarse.[6]

Muchas de estas dificultades particulares enfrentadas por los Católicos y otros Cristianos en los matrimonios mixtos se deben a la división entre los Cristianos.[7]

. Están en juego las propiedades esenciales del matrimonio -unidad e indisolubilidad- porque el divorcio es admitido por la mayoría de los no católicos.

.Es difícil dar a los hijos una educación Católica porque los padres no comparten los mismos ideales y las mismas reglas de moralidad.

. Podría presentar un riesgo para la fe de la parte Católica.

. Como uno de los esposos no está en completa comunión con la Iglesia Católica, sería difícil que comprendiera el valor del Sacramento. Además, el Rito del Matrimonio no puede incluír la recepción de la Sagrada Comunión para ambas partes en la Misa Nupcial.

Sin embargo, en vista del creciente número de matrimonios mixtos en muchas partes del mundo, la Iglesia incluye en su pastoral urgente la solicitud de las parejas que se están preparando para entrar, o que ya han entrado, en tales matrimonios.[8] Pueden contraerse matrimonios mixtos, pero la parte Católica tiene que meditar en presencia de Dios sobre los riesgos pertinentes y que le pida consejo a un sacerdote preparado

MATRIMONIO CIVIL Y RELIGIOSO

"Al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios", incluso en el matrimonio…

Por mi parte… pongo todo mi empeño en sacarlos del error, sabiendo que todo el que pudiendo decir la verdad no la dice, será juzgado por Dios.[1]

76 ¿Es el matrimonio civil un buen punto de partida para un matrimonio futuro?

El matrimonio civil entre un Católico bautizado y otra persona, ya sea Católico o no, no es un contrato matrimonial válido ante Dios. Nunca será un buen punto de partida para un futuro matrimonio en la Iglesia porque es un pecado grave.

77. ¿Cuál es la situación de las parejas Católicas que solamente están casadas por lo civil? ¿Es verdad que no están casados ante Dios? ¿Pueden comulgar?

La decisión de los católicos de contraer solamente el matrimonio civil, rechazando o posponiendo el matrimonio religioso, no es aceptable. No hay consistencia entre su elección de vida y la fe Católica que profesan.

Cuando un católico contrae un matrimonio civil con otra persona, Católica o no Católica, la Iglesia no reconoce este matrimonio como válido. La pareja no está casada a los ojos de Dios. Si viven juntos como marido y mujer, están en estado de pecado habitual y la Iglesia desafortundamente no puede admitirlos para que reciban los sacramentos.[2]

78. ¿Qué debe hacer un Católico que sólo está casado por lo civil?

Cualquier Católico que sólo esté casado por lo civil debe ser motivado para que se arrepienta y abrace las enseñanzas de Cristo sobre el matrimonio. La Iglesia no ignora a las personas en tales situaciones. Los invita a que comprendan con mayor profundidad el significado y la belleza del matrimonio Católico y les ofrece el perdón. Deben buscar el sacramento de la Penitencia y a un sacerdote para que los oriente sobre cómo corregir su situación ante Dios.

79. ¿Es la unión libre una preparación para el matrimonio? ¿Por qué la Iglesia prohíbe los matrimonios de prueba?

Vivir juntos, aún en un "matrimonio de prueba" con la idea o posibilidad de casarse después es una mala preparación para el matrimonio desde el punto de vista psicológico. Como no hay un compromiso total, muchas veces el miedo a ser abandonado por el compañero se convierte en un obstáculo para una unión duradera. La Iglesia por su parte no puede admitir este tipo de uniones, por razones adicionales y originales que derivan de la fe.

En primer lugar, la entrega del cuerpo en la relación sexual es un símbolo real de una entrega de toda la persona; además, esta entrega, no puede efectuarse en el estado actual de cosas, con toda sinceridad, sin la participación del amor de la caridad, dada por Cristo.

En segundo lugar, el matrimonio entre dos personas bautizadas es un símbolo real de la unión de Cristo y de la Iglesia, que no es una unión temporal o de prueba, sino que es fidelidad eterna. Entre dos personas bautizadas sólo puede existir un matrimonio indisoluble.[3]

80. ¿Cómo pueden un hombre y una mujer comprometerse entre sí sin casarse por la Iglesia? ¿Qué es el compromiso matrimonial?

La Iglesia ha proporcionado una forma, aunque actualmente se emplea con poca frecuencia, de hacer una promesa de matrimonio antes de la ceremonia del matrimonio, se llama compromiso matrimonial, que es una promesa bilateral, entre un hombre y una mujer. Esto no es un matrimonio, sino que solidifica el compromiso de ambos para casarse.

Puede llevarse a cabo una ceremonia adecuada de compromiso matrimonial, tomando en cuenta las costumbres y leyes locales. La obligación de cumplir la promesa cesa si ambas partes así lo deciden, o aunque sea sólo una de ellas, de acuerdo con las provisiones del código de la Ley Canónica.[4]

El compromiso matrimonial, en el tiempo especificado por las mismas partes, es regulado por una ley particular establecida por la conferencia relevante de obispos.

81. ¿Cuáles son algunas de las razones suficientemente graves que justifiquen cancelar una boda después de que todo está preparado?

El matrimonio es para toda la vida. La decisión de casarse debe meditarse. Cualquier razón grave, ante los ojos de Dios, es suficiente para posponer o no realizar el matrimonio. Es mejor romper la relación a tiempo, que casarse y tener una vida de infelicidad mutua.

82. ¿Cuáles son algunos motivos correctos o incorrectos para casarse

La gente desea casarse por diferentes razones. Primero, se resumen algunas razones correctas, viendo el matrimonio como sacramento:

. Establecer una familia Cristiana. El matrimonio es una vocación Cristiana a la santidad, un llamado verdadero y sobrenatural de Dios. El objetivo de cualquier matrimonio es santificar la vida familiar, haciendo a los miembros de él felices en la tierra y llevándolos finalmente al cielo.

Establecer una verdadera comunidad de vida y amor; una familia Cristiana en la cual todos traten de amarse como Cristo nos ha amado. Ese auténtico amor significa sinceridad, pureza de intención, renuncia y sobre todo fidelidad.

. Practicar la paternidad responsable, que significa ofrecer a Dios tantos hijos como El ha deseado. El amor en la relación sexual se demuestra cuando estas relaciones están siempre abiertas a la nueva vida: Tener una familia numerosa -si esa es la voluntad de Dios- es una garantía de felicidad.[5]

. Cumplir, con alegría, las obligaciones como padre y esposo o las obligaciones como madre y esposa. El hombre tiene que estar preparado para dedicarle tiempo a su esposa e hijos, ser amigo de cada uno de ellos. Deben ser importantes para él – más importantes que los negocios, el trabajo o el descanso.[6] La esposa también tiene que estar preparada para renunciar a sus negocios, trabajo y descanso o a una carrera profesional cuando sea necesario por el bien de la familia y la educación de los hijos.

También hay razones incorrectas que hacen que la gente busque el matrimonio. Algunas de ellas son:

. Simplemente para no pasar toda la vida solos.

. Como un medio de tener seguridad económica.

. Como una forma de salir de su casa.

. Como resultado de motivos meramente emocionales y sexuales, como atracción física.

. Porque la familia desea que se case con una persona específica y la persona no sabe decir "no".

. Porque la mujer tiene miedo de ser una madre soltera o el hombre siente que está obligado a casarse con una mujer porque está embarazada.

83. ¿Cuáles son algunas cualidades deseables que deben buscarse en un compañero para toda la vida?

Si se desea tener un matrimonio feliz hay que tener presentes varias ideas claves:

. Buscar a alguien que se esfuerce por ser un buen Católico, responsable, industrioso, sincero y leal. Elegir a alguien que sea casto y que valore mucho la virtud de la pureza. Esto asegurará que él/ella valoren al individuo como persona, no como compañero sexual. La compatibilidad de caracteres y el conocimiento mutuo, especialmente de las debilidades y defectos, son factores importantes.

. Considerar el matrimonio como una vocación a la santidad en el conxto de cuáles virtudes humanas tienen que desarrollarse:

. Estar dispuesto a recibir formación continua sobre la fe Católica y las enseñanzas sobre el matrimonio y la vida familiar.

. Hacer la vida familiar placentera, ser siempre gentil y amable.

. Tener una vida llena de optimismo y alegría, porque es necesario tener la actitud correcta.

. Tener sentido del orden, porque el orden conduce a Dios.

. Ejercitar la renuncia y olvidarse de uno mismo para que la persona pueda darse – el verdadero secreto del amor.

. Ser generoso, especialmente para aceptar todos los hijos que Dios mande.

. Tratar siempre de ser paciente en tiempos de pruebas.

. Ser comprensivo, tener un corazón que ame a todos en el hogar.

. Estar dispuesto a perdonar, una y otra vez, y determinar si el/ella también lo desean.

. Practicar la lealtad, la cual es amor mutuo y exclusivo entre marido y mujer.