2 May 2024
 

12. Febrero 2012.  Existe el infierno   Alfonso Llano Escobar. S.J.

Fuente:  Periódico el tiempo, Colombia.

                Ya que el tema está sobre el tapete, trataré de aportar alguna precisión sobre el asunto.

De veras, ¿sí existe el infierno? La duda acosa a creyentes y no creyentes. Como sin querer queriendo, unos y otros, y más los últimos, prestan disimulada atención a lo que afirman los papas, lamentablemente apoyándose en las noticias superficiales y desorientadoras de los medios, que gustan de enfrentar a Benedicto XVI: "Sí existe el infierno. Hay cupos todavía", con Juan Pablo II: "No existe el infierno... como lugar en el espacio".

Y lo cierto es que no hay tal oposición entre dos papas en algo tan esencial e importante para todo ser humano: su destino final irrevocable.

Tal oposición es aparente. Solo existe en la mente de los que gustan de atizar el fuego y de levantar escándalo donde no hay fundamento para ello.

La solución de la aparente contradicción se encuentra en no dejarse desorientar por los medios ni por comentarios callejeros, sino ir al fondo de los textos oficiales. Juan Pablo II, de acuerdo con el actual paradigma planetario, afirmó que el infierno sí existe, pero que no ocupa lugar en este orden cósmico, ya que es un estado interior de la persona más allá del presente, de acuerdo con la decisión que haya tomado en vida frente a Dios. En pocas palabras, declaró caducada la imaginería barroca medieval, en que incurrió el mismo Dante en su Divina comedia. No tuvo empacho este inspirado vate en ubicar en lo más profundo del infierno a todos sus enemigos. Pero sí enseñó algo esencial: el anuncio en el dintel de entrada: "Los que aquí entráis, perded toda esperanza".

El hombre moderno, más frío y calculador, no se deja asustar por descripciones propias de tiempos medievales, y sí quiere saber, más allá de sustos y temblores, en qué puede terminar el dilema de la existencia humana.

Vengamos a Benedicto XVI. Al abrir la cuaresma del año antepasado, invita a católicos y no católicos a la conversión del corazón; dice a todos los seres humanos, con algo de imaginación, que siempre ayuda: "Sí hay infierno; todavía quedan cupos". El hecho de que estas frases anden en boca de católicos y no católicos prueba que la imaginación nunca pierde actualidad y da pábulo para dar que hablar y que pensar aun a los alejados de la fe: sí es posible la frustración eterna, evitémosla cuidando de creer en Dios y de servir al prójimo.

No puede darse contradicción entre los papas en asunto a verdades de fe, fuera de la imaginación calenturienta de los medios.

Ya que el tema está sobre el tapete, trataré de aportar alguna precisión sobre el asunto.

La verdad de fondo, que debe tener presente todo ser humano, creyente o ateo, es que la vida humana presente está amenazada por la posibilidad real de un fracaso definitivo; posibilidad que reside en que el ser humano puede disponer libremente de sí mismo obedeciendo a Dios y amando al prójimo, o puede también rechazar libremente a Dios, causar daño al prójimo y, por ello, frustrarse definitivamente.

No existe ninguna revelación divina ni ninguna afirmación del Magisterio de la Iglesia con respecto a la forma concreta de entender la frustración definitiva. Hoy día, más maduros y deseosos de una doctrina sana y cierta con respecto al infierno, es aconsejable no dar pábulo a la imaginación ni a las fantasías barrocas de tiempos idos -siguiendo la sana advertencia de Juan Pablo II-, o bien, aceptar la llamada de Benedicto XVI y prestar atención a la posibilidad de la frustración eterna. Estemos atentos a la invitación que nos hacen ambos papas a llevar una vida decente, y si no lo convencen mucho los papas, créale, al menos, al divino Dante.

Sin temor a equivocarnos, tenemos que confesar la doctrina de la seria Voluntad de Dios en ofrecer a todos los seres humanos la posibilidad de salvación y, a la vez, aceptar la doctrina cierta de la verdadera posibilidad de la eterna frustración.