Llegando el final de un año y el comienzo de uno nuevo se acostumbra realizar prácticas que son contrarias a la fé y a la inteligencia que Dios nos ha concedido. Unas veces por curiosear, otras por tradición, algunas creyendo firmemente en estas prácticas, pero siempre contra nuestra fé cristiana que nos pide un amor incondicional a Dios y sólo a Dios. Como nos lo enseña el Catecismo de la Iglesia Católica todas estas prácticas son contrarias al primer mandamiento de la ley de Dios.
