17 May 2024
 

22 Abril 2012.  Alfonso Llano Escobar. SJ.  Fuente.  Periódico el tiempo Colombia.

El sacerdote no es ni un héroe ni un neurótico. Es un  hombre que busca seguir a Jesús y servir a sus hermanos. Tiene miserias, pobreza y fragilidad como cada ser humano.

Hoy cedo la palabra a Martín Lasarte, sdb, sacerdote católico, misionero en Angola desde hace veinte años. Este laborioso sacerdote se dirige al director del célebre periódico The New York Times. Su sincero y duro reclamo es válido para nuestros directores de medios.

Oigámoslo: "Me da un gran dolor el profundo mal que personas como usted, que deberían ser señales del amor de Dios, sean un puñal en la vida de inocentes lectores. No hay palabras que justifiquen tales actos. Veo en muchos medios de información, sobre todo en su periódico, la ampliación del tema de la pedofilia en forma morbosa, investigando en la vida de algún sacerdote. Así aparece uno en una ciudad de USA, de la década del 70; otro en Australia, de los años 80, y así otros casos recientes. Ciertamente, todo esto es condenable.

¡Es curiosa la poca noticia y desinterés por miles y miles de sacerdotes que se consumen por millones de niños, por los adolescentes y los más desfavorecidos en los cuatro ángulos del planeta! Pienso que a su periódico no le interesa que yo haya tenido que transportar, por caminos minados, en el año 2002, a muchos niños desnutridos, desde Cangumbe a Lwena (Angola), pues ni el Gobierno ordenaba los medios y las ONG no estaban autorizadas para hacerlo; que haya tenido que enterrar decenas de pequeños, fallecidos entre los desplazados de guerra; que les hayamos salvado la vida a miles de personas en México mediante el único puesto de salud, en 90.000 kilómetros a la redonda, así como con la distribución de alimentos y semillas; que hayamos dado la oportunidad de educación, en estos diez años, a más de 110.000 niños.

No es de su interés el que con otros sacerdotes hayamos tenido que socorrer la crisis humanitaria de cerca de 15.000 personas en los acuartelamientos de la guerrilla, después de su rendición, porque no llegaban los alimentos del Gobierno y de la ONU. No es noticia para ustedes que un sacerdote de 75 años, el P. Roberto, por las noches recorra la ciudad de Luanda curando a los chicos de la calle, llevándolos a una casa de acogida para que los desintoxiquen del bóxer; que se alfabetice a cientos de presos, que otros sacerdotes tengan 'casas de paso' para los chicos golpeados, maltratados y hasta violentados que buscan refugio. No es noticia que 60.000 de los 400.000 sacerdotes de la Iglesia católica hayan dejado su tierra y su familia para servir a sus hermanos en leprocomios, en hospitales, campos de refugiados, orfanatos para niños, huérfanos de padres, que fallecieron de sida; en escuelas para los más pobres, en centros de formación profesional, en centros de atención a enfermos y, sobre todo, en parroquias y misiones, dando motivación a los fieles para vivir y amar. No es noticia para ustedes que mi amigo, el P. Marcos, por salvar a unos jóvenes durante la guerra de Angola, lo hayan transportado de Kalulo a Dondo, y que, volviendo a su misión, haya sido ametrallado en el camino; que el hermano Francisco, con cinco señoras catequistas, por ir a ayudar a las áreas rurales, haya muerto en un accidente automovilístico.

La verdad es que no procuramos ser noticia, sino simplemente llevar la Buena Noticia del Evangelio, esa Noticia que sin ruido comenzó en la Vigilia de Pascua. Hace más ruido un árbol que cae que un bosque que crece.

No pretendo hacer apología de la Iglesia y de los sacerdotes. El sacerdote no es ni un héroe ni un neurótico. Es un simple hombre que busca seguir a Jesús y servir a sus hermanos. Tiene miserias, pobreza y fragilidad como cada ser humano. Pero también ofrece belleza y bondad.

Solo le pido, amigo periodista, que busque la Verdad, el Bien y la Belleza. Estos valores lo harán noble en su profesión.

En CRISTO, P. Martín Lasarte, sdb