1 de septiembre de 2014. Escrito por: Mons. Gonzalo Restrepo Restrepo - Algunos dicen que los celos son propios de los enamorados. Aquí hay algo de verdad, porque si no hubiera amor no habría celos. En principio los celos son el reclamo que hace un enamorado.
Los celos son como el cuidado que un enamorado tiene por su persona amada.
Dos personas que se aman es lógico que se pregunten por sus propias cosas, es natural que se preocupen la una por la otra, parece normal que busquen explicaciones y que quieran justificaciones de ciertas actitudes y de ciertas palabras.
Pero, lo que no es normal, son aquellos sentimientos repetidos y obsesivos de una persona que siempre está dudando de su ser amado. No le permite ser lo que él o ella son. Siempre se está imaginando cosas, más allá de lo normal. Sus horarios están controlados y tiene que comportarse como un "robot", como una "pequeña máquina" que es guiada y orientada por un control remoto.
Eso es lo que producen los celos dañinos y ofensivos. Aquellos sentimientos aterradores que hacen que dos personas estén siempre sufriendo. Quien tiene celos y quien sufre los rigores de una persona celosa son dos mártires. No sabría decirte quién sufre más. Los dos: quien cela es como un masoquista que por sistema, sin pensar ni reflexionar, siempre está acosando a su víctima y él mismo se está torturando. Quien sufre los celos, pierde su libertad, ya no sabe cómo obrar, cómo reaccionar, ni qué decir.
Los celos son destructores. Son un verdadero cáncer que corrompe el amor de la pareja. Muchas personas sufren los celos sin saber por qué, como que están hechos así, por naturaleza son celosos. Otras veces los celos son producidos desde fuera, otras personas intervienen y por diferentes motivos, generalmente por envidia, quieren sembrar la cizaña en el corazón de quienes se aman, y logran destruir ese tesoro maravilloso que por tantos años los dos habían conservado: el amor, el matrimonio, el hogar.
Examina tus propios celos, no dejes que destruyan lo más grande de tu vida. Saca de tu corazón y de tu mente las dudas y los pensamientos torcidos, generalmente son fruto de tu imaginación o de alguien que quiere envenenar tus sentimientos y destruirte.
Los celos son fruto de tu inseguridad. Habla con tu pareja. Clarifica las cosas. No dejes que tu falta de seguridad te golpee y derrumbe lo que has construido con tanto esfuerzo y sacrificio. Adelante, tú puedes superar los celos.
En tu interior encontrarás la respuesta. Termina ya con tus coloquios externos, aquellos y aquellas que dicen quererte y buscar tu bien, puede ser que no sean tus mejores amigos. Por ellos estás perdiendo lo mejor, el verdadero amor y el hogar que has construido o que pudieras construir para darle sentido a tu existencia.
Si no quieres caer en el abismo de la soledad y del sin sentido, renuncia a tus celos y trabaja contigo mismo. No des crédito a las voces externas sino a la voz que surge de tu propio interior. + Gonzalo Restrepo Restrepo. Arzobispo de Manizales, Colombia. Fuente. Conferencia Episcopal de Colombia.