6 October 2024
 

Publicación. Marzo 2012. DECIMA JORNADA DE BIOETICA:

CUESTIONES BIOETICAS EN TORNO AL AMOR MATRIMONIAL Mons. Elio Sgreccia

COMISION DE BIOETICA PADRE JOSE KENTENICH EL AMOR CONYUGAL PLENAMENTE HUMANO EN LA ENSEÑANZA DE LA

HUMANAE VITAE 1-¿Es todavía actual la “Humanae Vitae”?

Esta pregunta se hace frecuentemente en circunstancias de discusión sobre programas pastorales, y se plantea también en ocasión de la programación para la celebración de los 40 años de la publicación de la Encíclica. Si observamos los títulos de las publicaciones teológicas y pastorales, tal como resulta de la verificación de la prensa especializada, se pone de manifiesto un creciente silencio sobre este documento: hay una ausencia de debate argumentativo, pero también de propuestas de profundización; esto está demostrado por la literatura específica (moral, teológica y pastoral) especialmente en los últimos 15 años. 1

De este silencio daba explicación Carl Anderson ya en 1993 en una exposición leída durante la celebración del XXV aniversario de la publicación de la Encíclica. Además del fenómeno del miedo de muchos pastores de afrontar el discurso sobre los temas de la Humanae Vitae, por la experiencia del conflicto y del debate interno en la Iglesia que se produjo inmediatamente después de su promulgación (miedo que Anderson parangona con el post-Vietnam syndrome de los veteranos norteamericanos frente a cualquier discurso que pudiese aludir a nuevas intervenciones militares fuera de la patria), el relator denunciaba el cambio de clima cultural que se manifestaba en ese período. “El discurso de la H.V. –dice Anderson- presupone un contexto social que ya no existe”. Ese contexto comprendía una confianza de la razón humana en encontrar verdades morales, un reconocimiento del valor de la procreación como un bien del matrimonio, y del matrimonio mismo como institución única y estable. En pocas palabras, la Encíclica presuponía una orientación cultural hacia el matrimonio, la familia y la moralidad sexual.

Hoy –continúa el autor – existe un escepticismo de la filosofía postmoderna en la capacidad de la razón, un ascenso del pluralismo moral y, fuera de las instituciones católicas, se escucha discutir apenas sobre los “bienes” del matrimonio. Ninguno de estos conflictos es nuevo, pero es nueva su ascendencia y convergencia al

formar una cultura radicalmente diferente de la que existía en 1968; es casi como si la

civilización occidental industrializada hubiese escuchado el mensaje de la H.V. y hubiese

elegido moverse lo más radicalmente posible en la dirección opuesta” 2

1 Una investigación llevada a cabo entre los artículos publicados en las dos revistas de

teología: Nouvelle Revue Théologique y Rivista di Teologia Morale en los años 1995-2007 ha

puesto en evidencia que ningún artículo publicado en estas revistas ha tenido como tema la

Encíclica Humanae Vitae de Paulo VI. La Rivista di Teologia Morale ha publicado

numerosos estudios referidos a la bioética, pero de cualquier manera ninguno sobre la

Humanae Vitae.

2 ANDERSON C., Riflessioni politiche sulla Humanae Vitae, en “Humanae Vitae, servizio

profetico per l’uomo. Atti del Convegno di studi in occasione del XXV anniversario della

2

Ya este cambio de orientación y esta oposición se habían manifestado en el año 1993,

año en que se cumplía el vigésimo quinto aniversario de la publicación de la Encíclica,

cuando Estados Unidos, que ha estado a la vanguardia de la política de control de los

nacimientos, desmintiendo incluso los acuerdos asumidos durante la Conferencia de la Ciudad

de México (1984), según los cuales no se consideraba al aborto “un elemento aceptable de los

programas de planificación familiar”, en los años ’90 duplicó financiamientos, esfuerzos y

alientos a las organizaciones encargadas de las políticas de control3. Este impulso en sentido

netamente opuesto a la enseñanza de la Humanae Vitae en el mundo occidental y, por reflejo

también en el mundo en vías de desarrollo, se renovó en la Conferencia del Cairo (1994) y se

reforzó en la Conferencia de Pekín dedicada al tema de la mujer (1995).

La cultura filosófica de respaldo, caracterizada por la descristianización, la

secularización y el relativismo moral, es cada vez más utilizada por el pensamiento utilitarista

que atraviesa continuamente la cultura y la praxis social y política. La instauración del poder

técnico industrial es facilitada así por la introducción de todos los métodos eficaces de control

de la fertilidad y de intrusión en el amor conyugal. El contexto cultural en el cual se coloca la

enseñanza de la Humanae Vitae, señalaba Anderson hace ya 15 años, es un contexto

profundamente cambiado respecto de aquel que suponía la Encíclica que sólo entreveía

algunas tendencias de cambio.

“Yo sugeriría –escribía Anderson- que el contexto cultural en el cual la H.V. es

considerada hoy está constituido por tres características definitorias: hoy el contexto cultural

es poscristiano, posmoderno y posfamilia”.4

2-Las reacciones a la Humanae Vitae en el mundo secularizado

No me limitaré a examinar los debates nacidos en el seno de la Iglesia luego de la

publicación de la Encíclica; estos debates han dado lugar a aquel movimiento de cisma

amenazante5 que ha sido definido como el “disenso intraeclesial”, que todavía conserva

algunas secuelas y ramificaciones y que ha contribuido mucho a debilitar la respuesta

positiva, como he señalado, incluso en los creyentes deseosos de permanecer fieles a la Iglesia

y a su Magisterio. Se ha llegado a teorizar por parte de algunos teólogos del disenso la

incapacidad de la Iglesia oficial para comprender la sexualidad humana y la Iglesia ha sido

acusada de operar una “represión universal” sobre la espontaneidad del Eros6.

No es ahora el momento de hacer el análisis de este complejo movimiento, pero es

necesario tener en cuenta su peso de resistencia y de oposición para evaluar la dificultad de

acogida que vivió la Humanae Vitae en estos cuarenta años: ha habido un intento de

marginación del Magisterio de la Iglesia y de su autoridad por parte de un sector de la misma

H.V., Roma, 24-26 Novembre 1993”, (al cuidado de) LOPEZ TRUJILLO A.-SGRECCIA E.,

Roma, AVE 1995, pp. 112.

3 UNITED STATES FOR INTERNATIONAL DEVELOPEMENT, Why foreign AID? The

benefit of foreign assistance to the United States, Usaid Office of External Affairs,

Washington, DC, March, 1982, p. 12; Cfr. ANDERSON C., ibidem, p.119.

4 ANDERSON C., Political reflections…, op.cit., p. 297

5 MELINA L., Morale tra crisi e rinnovamento, Ares 1993.

6 DREWERMANN E., Psicanalisi e teologia morale, Brescia, Queriniana 1992, trad, it.,

Psycanalyse und Moral Theologie, 3 vol. de MATTHIAS-GRÜNEWALD-VERLAGMAINZ,

1982-84.

3

Iglesia: el Magisterio de la Iglesia es considerado por algunos teólogos como uno de los

argumentos a discutir7.

Lo que sobre todo deseo señalar es el ataque en primer lugar al plano de la vida

familiar de las poblaciones de parte del poder tecnológico frente al núcleo central de la

enseñanza de la Encíclica, que está constituido por la conexión inseparable entre los dos

significados del acto conyugal que Dios ha querido y que el hombre no puede romper por su

iniciativa: el significado unitivo y el significado procreativo.8

La expansión de la contracepción, incluida en los programas internacionales, no ha

sufrido interrupciones, más bien se han afinado los métodos y las técnicas para facilitar su

difusión. Las “políticas demográficas” de los gobiernos y de las organizaciones

internacionales con el desarrollo de los programas aprobados durante las Conferencias de la

Ciudad de México (1984), de El Cairo (1994) y de Pekín han intensificado la difusión de los

métodos contraceptivos a escala internacional, como es bien sabido, y cada 5 años el

programa del Cairo ha sido repetido y perfeccionado en varios continentes hasta hoy, a pesar

de la disminución de la tasa de crecimiento de la población en todo el mundo y a pesar de la

amenaza de una caída preocupante también desde el punto de vista económico, por la

disminución de los nacimientos en los países occidentales.

En este último decenio las técnicas de interrupción (por ejemplo la píldora del día

después) y la RU486 han conjugado el aborto bajo la imagen de la contracepción. El todo

aparece entonces como un enorme esfuerzo tecnológico, financiero y político para separar la

dimensión unitiva del acto conyugal de la dimensión procreativa; “¡la unión sexual sí, el hijo

no!” 9

El Card. Caffarra en su reciente trabajo donde resume en clave pastoral treinta años de

estudios, de docencia y de celo apostólico, habla de tres separaciones operadas por la cultura

contemporánea en el ámbito del amor y de la familia. La separación entre persona y

sexualidad, la separación entre eros y agape y la separación entre la dimensión unitiva y la

procreativa de la sexualidad conyugal. En esta última separación pesan las consecuencias de

las otras dos y se agrega también el aporte de la ciencia y de la tecnología médicas. En el

esfuerzo de separación de estas dos dimensiones podemos ulteriormente individualizar tres

etapas.

Hay una primera etapa en la cual, con la contracepción, la esterilización y el aborto,

programáticamente incluidos en las campañas antinatalistas, se ha pretendido favorecer la

liberalización del sexo, separándolo de la procreación (años ’60-’80); en la segunda etapa se

ha realizado, con la reproducción artificial, la separación de la procreación del ejercicio de la

sexualidad, persiguiendo el hijo, incluso fuera de la unión conyugal. La consecuencia final es

que el hijo se vuelve un objeto opcional y el amor un ejercicio de los dinamismos

biopsicológicos, separados de la espiritualidad y de la responsabilidad procreativa.

En la primera etapa la secuela está representada por la contracepción, la esterilización

y el aborto; la contracepción luego se modificó y se afinó con los métodos interceptivos y los

contragestativos. La segunda etapa pasa de la inseminación artificial a realizar la fecundación

extracorpórea, la clonación, las madres subrogantes, la experimentación sobre los embriones,

7 El primer síntoma de esta tendencia fue el pronunciamento (Statement of conscience)

inmediatamente después de la publicación de la Encíclica para contrastar la interpretación

rigurosa de la misma (caso Washington), controversia ocurrida en 1971 luego de la

intervención de la Congregación del Clero.

8 PAOLO VI, Lettera Enciclica Humanae Vitae. La regolazione della natalità, Città del

Vaticano, 25 luglio 1968, AAS 60 (1968), n. 12.

9 CAFFARRA C., Creati per amare, Siena, Cantagalli, 2006, p. 171.

4

la extracción de las células madre embrionarias, hasta el embarazo masculino10. La tercera

etapa se ha desencadenado en tiempos recentísimos con la teoría del género; se intenta separar

la sexualidad corpórea de la identidad de género: se piensa que el sexo es un simple dato de

hecho, es un elemento corpóreo, mientras que la identidad de género sería el resultado de una

construcción psicosocial.

A primera vista parece que, no sólo la cultura corriente había vuelto la espalda a la

concepción que había inspirado el documento de la Humanae Vitae, sino que, después de la

publicación de este documento, también la ciencia y la biotecnología habían encaminado la

investigación hacia una nueva construcción (o desestructuración) de la sexualidad, de la

procreación y de la familia.

3-Continuidad y vitalidad de la Humanae Vitae en el Magisterio de la Iglesia

En los últimos diez años de pontificado que Pablo VI tenía todavía por vivir, después

de la publicación de la Humanae Vitae, muchas veces él hizo referencia a la decisión que

había tomado en sincera obediencia a la voluntad de Dios, y continuó exhortando al

episcopado y a los fieles a dar acogida al plan de Dios sobre el amor humano, en la

procreación y en la familia.

Tenemos un ejemplo de esto en el fragmento del discurso que pronunció algunas

semanas después de la publicación de la Encíclica, más precisamente el 22 de agosto de 1968,

en la inauguración del II Congreso del Episcopado latinoamericano que tuvo lugar en ocasión

de su primera visita a este continente para participar del Congreso Eucarístico de Bogotá.

Estas son las palabras que pronunció en aquellas circunstancias: “Hemos podido decir,

en nuestra reciente Encíclica, un discurso serio y bueno en defensa de la honestidad, del amor

y de la dignidad del matrimonio. La gran mayoría de la Iglesia lo recibió con beneplácito y

con una obediencia confiada, no sin comprender que la regla reafirmada por nosotros conlleva

un sentido moral riguroso y un valiente espíritu de sacrificio. Dios bendecirá esta digna

actitud cristiana [...] Es una educación ética y espiritual coherente y profunda; excluye el uso

de medios que profanan las relaciones conyugales y que tienden a resolver los grandes

problemas de la población mediante recursos demasiado fáciles; es, en el fondo, una apología

de la vida, que es don de Dios, gloria de la familia, fuerza del pueblo. Os exhortamos,

hermanos, a comprender bien la importancia de la delicada y difícil posición, que en

homenaje a la ley de Dios, hemos considerado que era nuestro deber reafirmar; os rogamos

queráis disponer toda la solicitud pastoral posible para que esta posición sea sostenida como

se debe por aquellos a quienes anima un verdadero sentido humano” 11.

La llegada al pontificado de Juan Pablo II, quien en el centro de la elaboración de la

"Gaudium et Spes", como arzobispo de Cracovia, en sus escritos, había aportado su

contribución específica sobre el tema de la familia y del amor humano, representó ciertamente

un momento de crucial y positiva importancia para la enseñanza de la Humanae Vitae y para

su desarrollo.

Ha sido subrayado por muchos teólogos y documentos oficiales del pontificado de

Juan Pablo II el hecho de que el centro de la enseñanza de Paulo VI haya sido asumido en

plenitud, y lo fue incluso en una completa visión antropológica, filosófica y teológica. El

núcleo que representa el corazón de la Humanae Vitae es definido a partir de “una visión

integral del hombre y de su vocación” 12 que reconoce su fuente en Dios Creador y en el

10 SGRECCIA E., Manuale di Bioetica, vol. I, ed. IV, Milano, Vita e Pensiero 2007, pp. 483-

760.

11 Artículo publicado en “L’Osservatore Romano”, 14 de agosto de 1998, edición en español.

12 H.V., n. 7

5

Sacramento de la Iglesia13; en esta óptica se reconocen “las características [del amor conyugal

], sus exigencias y sus atributos plenamente positivos: amor plenamente humano, total, fiel y

exclusivo, y fecundo”14. La responsabilidad de los esposos se define en relación con el

conocimiento de las “leyes biológicas que conciernen a la persona humana, en relación [...]

con el necesario dominio que la razón y la voluntad deben ejercer sobre los instintos y las

pasiones humanas; en relación con las condiciones físicas, económicas, psicológicas y

sociales de la familia que deben hacer crecer y educar”, y sobre todo en relación con el orden

moral objetivo dado por el Creador, “en la intención creadora de Dios, expresada en la

naturaleza misma del matrimonio y de sus actos y manifestada en la enseñanza constante de la

Iglesia” 15.

La intención creadora de Dios, que se revela “en la naturaleza misma del matrimonio y

de sus actos”, se expresa en el punto central del amor humano, esto es “la conexión

inseparable entre los dos significados del acto conyugal que Dios ha querido y que el hombre

no puede romper por su iniciativa: el significado unitivo y el significado procreativo”,

inseparable conexión que se conserva en cada acto matrimonial16.

Precisamente en el contexto del pensamiento y de la obra pastoral del pontificado de

Juan Pablo II retoma fuerza y actualidad el mensaje de la Humanae Vitae, encuadrado en una

visión antropológica de la sexualidad, una visión que se lee en la dignidad de la persona

humana creada por Dios.

Este mensaje es retomado en primer lugar en la Exhortación Apostólica post sinodal

de 1981 Familiaris Consortio17 que, hasta hoy, constituye la base doctrinal para la

preparación de los novios al matrimonio y para la pastoral de la familia en general. Para la

defensa de esta pastoral y para su desarrollo, Juan Pablo II instituyó el Pontificio Consejo para

la Familia y el Pontificio Instituto para los estudios sobre Matrimonio y Familia en el mismo

año en que sufrió el atentado en la plaza San Pedro (13 de mayo de 1981).

El Pontificio Consejo para la Familia, con su obra de animación, con encuentros

mundiales y directivas, ha mantenido viva la enseñanza de la Humanae Vitae y ha sostenido

una confrontación abierta con las fuerzas activas del secularismo, especialmente durante los

Congresos mundiales sobre la población (ciudad de México 1984; Cairo 1994), y sobre la

mujer (1995).

Entre los documentos y las ayudas más directamente pastorales dispuestas por el

Pontificio Consejo para la Familia, debemos recordar, además de la guía para la Preparación

al Sacramento del Matrimonio, el documento Sexualidad humana: verdad y significado,

Orientaciones educativas en familia (8-12-1995)18, otras numerosas publicaciones, entre las

cuales la que celebraba el XXV aniversario de la Humanae Vitae19, y finalmente el Lexicon

para el esclarecimiento de los términos ambiguos sobre la familia, la vida y las cuestiones

13 Cfr. H.V., n. 8

14 Cfr. H.V., n. 9

15 H.V., n. 10

16 H.V., n. 11-12.

17 JUAN PABLO II, Esortazione Apostolica Familiaris Consortio (22-11-1981), in

“Enchiridion Vaticanum”, Bologna, Edizioni Dehoniane 1982, pp. 1453-1475.

18 PONTIFICIO CONSIGLIO PER LA FAMIGLIA, Sessualità umana: verità e significato.

Orientamenti educativi in famiglia, Città del Vaticano, Libreria Editrice Vaticana 1995.

19 LÓPEZ TRUJILLO A.-SGRECCIA E., Humanae Vitae, servizio profetico, Roma, Edizione

AVE 1985.

éticas20; además el Pontificio Consejo ha sabido crear una activa animación cultural

intraeclesial.

Tampoco se debe olvidar el apoyo ofrecido a la difusión de los métodos para la

procreación responsable que representan una herencia recomendada por la H.V. y

constantemente valorizada por Juan Pablo II.

El Pontificio Instituto para los estudios sobre Matrimonio y Familia, levantado al lado

de la Pontificia Universidad Lateranense, como sede científica y universitaria, asume como

compromiso la investigación teológica -lo que da a entender su denominación-, sobre el tema

matrimonio y familia, haciendo propio el mensaje de la Humanae Vitae y enriqueciéndolo con

el aporte del Magisterio de Juan Pablo II, cuyo nombre lleva. Este Instituto con sus sesiones

esparcidas en los 5 continentes continúa transformando en la vida eclesial el núcleo del

mensaje de la Humanae Vitae, embelleciéndolo con una investigación teológica altamente

calificada y con una activa producción científica, que no podemos citar aquí ampliamente por

motivos de tiempo y de espacio21.

El núcleo central del mensaje y del Magisterio de la Humanae Vitae se encuadra en la

visión filosófica y teológica de Juan Pablo II, una visión construida en el diálogo circular e

inclusivo de la razón y de la fe, y se funda en la afirmación de la unidad ontológica y

dinámica de la persona, en la cual la corporeidad es considerada como epifanía y lenguaje del

Yo, por el cual el cuerpo es espiritualizado y el espíritu es percibido en la vida y en el

lenguaje del cuerpo22.

En las dos obras principales, previas al pontificado, Persona e atto23 y Amore e

responsabilità24, se encuentran las premisas de una visión dinámica de la persona que se

revela con toda su riqueza, como don de sí, en el matrimonio y en el amor virginal, donde se

manifiesta el llamado a la complementariedad y a la plenitud.

El amor humano se presenta como realización de la persona en una rica gama de

valores: la complacencia, la benevolencia, la reciprocidad, la amistad y la esponsalidad; una

dinámica personal siempre acechada por la fragilidad y la concupiscencia y por lo tanto

necesitada de la virtud y del sostén de la Gracia25. El mensaje de la H.V. se amplifica en la

20 PONTIFICIO CONSIGLIO PER LA FAMIGLIA, Lexicon termini ambigui e discussioni su

la famiglia, la vita e le questioni etiche, en diversas lenguas y ediciones.

21 Para tener una idea abarcadora del pensamiento de Juan Pablo II sobre la herencia de la

Humanae Vitae, se pueden consultar las publicaciones del Pontificio Instituto Juan Pablo II,

en particular la revista científica Anthropotes, publicación semestral a partir del año 1985 y la

colección del Area Internazionale di Ricerca in Teologia Morale (AIRTM) que se encarga de

la edición de los congresos anuales sobre temas de teología moral. Además, en 1988 fueron

publicadas las actas del Congreso internacional sobre el tema específico: “Humanae Vitae 20

años después”. Agreguemos que la doctrina de la Humanae Vitae, desde el año de fundación

del Instituto Juan Pablo II (1981) es objeto de un curso fundamental para la licenciatura

creado por el primer presidente del Instituto, el futuro Arzobispo de Bologna, Cardenal Carlo

Caffarra cuyo manual, “Etica generale della Sessualità”, traducido en numerosas lenguas,

expone precisamente la sustancia de la Encíclica de Paulo VI (Edizioni Ares, Milano 1992).

22 JUAN PABLO II, Uomo e donna lo creò, catechesi sull’amore umano, VIII Ed., Roma,

Città Nuova 2007.

23 JUAN PABLO II, Persona e atto, en “Karol Wojtyla, metafisica della persona, tutte le

opere e i saggi integrativi”, STYCZEN T. (al cuidado de), Milano, Bompiani 2003, pp. 781-

1494.

24 GIOVANNI PAOLO II, Amore e responsabilità, IDEM, con introducción de G.REALE,

pp. 451-772.

25 SEIFERT J., Essere e persona, Milano, Vita e Pensiero 1989.

7

visión de Juan Pablo II en un dinamismo plenamente humano y rico de resonancias positivas.

El personalismo que, justamente por su dinamismo oblativo, se define también como

personalismo ético26, es potenciado ulteriormente y enriquecido en la dimensión cristológica.

El personalismo cristológico de Juan Pablo II no pierde por efecto de la dinámica

teológica el espesor humano y el carácter concreto de la vida en la persona, sino que

representa, en la lógica de las Encíclicas Fides et Ratio27 y Veritatis Splendor28, el modo más

cumplido de captar la verdad integral del hombre y de su vocación. Esta visión está ya

presente en la Encíclica Redemptor Hominis29 y se enriquece continuamente hasta la

Evangelium Vitae30, que es la Encíclica que, en el Evangelio de la vida, en una visión de fe,

arroja la máxima luz sobre el valor de la vida humana, vista en la riqueza de la cristología,

donde el Amor se hace don total de sí a la Iglesia, Su Esposa.31

Como he recordando en un trabajo mío anterior32, la propuesta de una antropología

iluminada por la cristología se remonta al Concilio Vaticano II, y precisamente a la

Constitución pastoral Gaudium et Spes, donde se afirma en el n. 22: “En realidad, el misterio

del hombre sólo se esclarece en el misterio del Verbo encarnado. Porque Adán, el primer

hombre, era figura del que había de venir, es decir, Cristo nuestro Señor, Cristo, el nuevo

Adán, en la misma revelación del misterio del Padre y de su amor, manifiesta plenamente el

hombre al propio hombre y le descubre la sublimidad de su vocación” 33.

Ha sido el entonces Card. J. Ratzinger34 quien ha subrayado que este paso de la

Gaudium et Spes inauguraba en la Iglesia un nuevo tipo de teología enteramente

cristocéntrica que, partiendo de Cristo, busca hacer teología como cristología, volviéndose así

por primera vez completamente cristología porque, a través de Cristo, es capaz de incluir

también al hombre en el discurso de Dios, descubriendo la más profunda unidad de la

teología, hasta el punto de representar un valor orientativo para la actividad teológica en la

situación de hoy. También otros teólogos han subrayado el empleo del criterio cristológico,

usado por Juan Pablo II, para tratar el argumento de la dignidad y del obrar moral del hombre.

26 IDEM

27 JUAN PABLO II, Lettera Enciclica Fides et Ratio (14-09-1998) en “Enchiridion

Vaticanum”, vol. 17, Bologna, Ed. Dehoniane.

28 JUAN PABLO II, Lettera Enciclica Veritatis Spendor (06-08-1993), en “Enchiridion

Vaticanum”, vol. 13, Bologna, Ed. Dehoniane.

29 JUAN PABLO II, Lettera Enciclica Redemptor Hominis (04-03-1979), en “Enchiridion

Vaticanum”, vol. 6, Bologna, Ed. Dehoniane.

30 JUAN PABLO II, Lettera Enciclica Evangelium Vitae (25-03-1995), en “Enchiridion

Vaticanum”, vol. 14, Bologna, Ed. Devoniane 1997, pp. 1206-1445.

31EIJK W.J., Il Magistero di Giovanni Paolo II sul valore della vita umana, en “Giornata

Commemorativa del decennale di Fondazione della Pontificia Accademia per la Vita”, VIAL

CORREA J.-SGRECCIA E. (al cuidado de), Città del Vaticano, Libreria Editrice Vaticana

2005; SGRECCIA E. L’insegnamento di Giovanni Paolo II sulla vita umana. La prospettiva

cristocentrica, en “Medicina e Morale”, 2007/5, pp. 885-905.

32 SGRECCIA E., Evangelium Vitae: un’antropologia del dono della vita en “Lo Splendore

della Vita: Vangelo, Scienza ed Etica. Prospettive della biotica a dieci anni da Evangelium

Vitae” en MELINA L.-SGRECCIA E.-KAMPOWSKI S. (al cuidado de), Città del Vaticano,

Libreria Editrice Vaticana, 2006, pp. 19-35.

33 CONCILIO VATICANO II, Costituzione pastorale “Gaudium et Spes”, n.22.

34 RATZINGER J., Kommentar Zurn. 1° Kapital in Lthk. Das Zweite Vatikanische konzil.

Bd., III Herder Freiburg am, 1968, p. 706; DEL POZO ABEJÓN G., Dio Creatore e Signore

della vita umana en “Commento Interdisciplinare alla Evangelium Vitae”, SGRECCIA E.-

LUCAS LUCAS R., Città del Vaticano, Libreria Editrice Vaticana 1997, p. 318.

8

Valga esta cita de Mons. W.J. Eijk: “El Magisterio de Juan Pablo II introduce en la Encíclica

una novedad, expresándose sobre el valor de la vida humana desde un punto de vista

teológico-cristológico. ¿Por qué esta vuelta a una aproximación teológica? En primer lugar

hay un motivo fundamental: la Revelación de Dios, sobre todo en el misterio del Verbo

encarnado, “impronta de la divina sustancia” (Hebr 1,3; cfr. Gaudium et Spes, n. 22), implica

también revelación del hombre, que es en efecto imagen de Dios: ella proporciona, por lo

tanto, el conocimiento más profundo que el hombre puede tener de sí mismo35.

A propósito de la necesidad de un enriquecimiento teológico sobre el tema de la

familia, me complace citar una contribución reciente del Card. Ouellet.

En esta publicación el Card. Marc Ouellet subraya el aporte providencial del

Magisterio de Juan Pablo II para una presentación de la familia en el mundo secularizado que

está fuertemente enriquecida por la teología sacramental. Él escribe en la introducción de su

volumen Mistero e Sacramento dell’amore:

“Es completamente obvio citar hoy por doquier la urgente necesidad de una nueva

evangelización, pero raramente y con dificultad se descubre cómo es posible esta renovación,

con qué criterios, con qué objetivo y con qué instrumentos. La evolución tecnológica

extremadamente rápida, el fenómeno de la globalización y la acuciante secularización ponen

de ahora en más a la Iglesia ante desafíos decisivos que tocan su misión esencial al servicio

del mundo y, en ciertos contextos, su supervivencia misma. Cuanto más avanza la sociedad en

la secularización, tanto más el problema del hombre se vuelve un campo de batalla crucial

entre la fe y la cultura dominante. Se observan un estado de confusión y una desorientación

antropológica que se manifiestan entre otras cosas por medio de la pérdida del sentido de lo

sagrado y por la disminución del sentido comunitario, tanto familiar como social. En la Iglesia

esta crisis se traduce muy concretamente en una dramática flexión de la práctica sacramental.

Desafección, incomprensión y desculturización son términos que describen el estado de hecho

de un gran número de realidades que, dentro de una apariencia todavía cristiana, se alejan de

la práctica de los sacramentos, que es el criterio fundamental de la vitalidad eclesial. La

amplitud del problema salta a la vista y ya no admite conformarse con un reclamo moralista o

con una simple actualización del lenguaje tradicional de la Iglesia en materia sacramental.

Corresponde tener presente el cambio cultural que ha revestido a nuestra sociedad

secularizada y proponer una refundación de la doctrina que responda a los desafíos culturales

del momento presente en tono positivo y al mismo tiempo alentador, en una constante

fidelidad a la tradición eclesial renovada con el advenimiento del Concilio Vaticano II.

Juan Pablo II, de venerada memoria, afrontó este gran desafío apoyándose en la

orientación cristocéntrica del Concilio e indicando algunos elementos clave para la

renovación de la evangelización. Debemos mantener viva en primer lugar su fundamental

enseñanza sobre el matrimonio y la familia, que marcó la antropología adecuada para nuestra

época. Se debe continuar también su renovado centrar a la Iglesia en el misterio eucarístico,

fuente y culminación de su vida y de su misión evangelizadora. Partiendo nuevamente de

Cristo y enlazando en profundidad la Eucaristía y el matrimonio, aquí se sugiere ir más allá y

refundar teológicamente sobre esta base el orden sacramental entero. El objetivo inmediato es

trastocar el estado de vulnerabilidad de la familia, la institución más amenazada en nuestros

días, a través de un recurso fundamental a la evangelización. Se afirma una fuerte convicción

en estas páginas sobre el hecho de que la familia cristiana posee el potencial para convertirse

en la punta de diamante de la misión de la Iglesia”.36

También las dos primeras Encíclicas de Benedicto XVI, Deus caritas est (2005) y Spe

salvi (2007), que, como he recordado, parten de la misma óptica cristocéntrica establecida en el n.

35 EIJK W.J., Il Magistero di Giovanni Paolo II…, op.cit., pp. 81-82.

36 OUELLET M., Mistero e sacramento dell’amore, Siena, Cantagalli, 2007, pp.5-6.

9

XXII de la Gaudium et Spes, para dar una luz adecuada a los problemas del hombre, han

confirmado la misma perspectiva al revindicar un espacio de valoración positiva del Eros en

armonía con el Agape, en vista de aquella plenitud de amor que en el cristiano constituye la

riqueza del don de sí.37

En otro escrito, el Card. Ouellet individualiza la crisis de la ética familiar en la separación

de la ética -que se ha vuelto puramente racional- del ethos de la Gracia, y dice:

“En nuestros días, la posición de la familia y el valor de la ética conyugal son fuertemente

discutidos por las culturas secularizadas. Este debate depende del individualismo moderno, fruto

del racionalismo, que ha hecho perder el enraizamiento de la persona humana en el misterio de la

gracia. La crisis de la ética moderna, así como su fracaso, resulta de la separación entre fe y razón

que ha separado la ética, de ahí en más puramente racional, del ethos de la fe, privando así al

hombre de las fuentes de su propio obrar. Este fracaso de la ética moderna resulta de la sustitución

por un principio monologal (razón pura: ética autónoma) del principio dialogal de la fe cristiana.

Separada así del ethos de la gracia, la ética moderna estaba condenada a proponer un “ideal”

moral alto pero imposible de vivir ya que no proporciona los recursos para alcanzarlo. No podía

terminar de otra manera que en el rechazo global simbolizado por Nietzche y en la caída en el

relativismo actual. Hoy en día las normas puramente racionales ya no rigen. Ya no pueden

sostener el valor absoluto de la persona humana y promover el bien común de la sociedad. Las

legislaciones sobre el aborto y la eutanasia lo demuestran de modo evidente”38.

La ética de la Humanae Vitae recibe así la recuperación, el aporte y la inspiración de la

teología y de la espiritualidad, disponiendo una fuente fértil para la pastoral familiar,

Este abordaje no quiere ignorar la gravedad de las cuestiones planteadas a veces de

modo explosivo por el progreso de las ciencias y de la tecnología, no sólo por la continua

evolución de la sociedad y de la economía a nivel mundial, porque también estos problemas

tienen relevancia pastoral. Es por esto que Juan Pablo II instituyó la Pontificia Academia para

las Ciencias Sociales y la Pontificia Academia para la Vida.

La persona humana en su dignidad y en su unidad es cuestionada también por el

progreso de las ciencias biomédicas y por las presiones económicas contrastantes y

superabundantes a nivel mundial con un fuerte condicionamiento sobre la autonomía y la

responsabilidad de la familia misma en la capacidad y posibilidad de acoger y educar a los

hijos.

Por lo tanto también estas dimensiones culturales, representadas por la bioética, por la

sociología, por la economía y por la concepción de la relación entre el hombre y el ambiente

deberán ser tenidas en cuenta para hacer fecundo el mensaje central de la Humanae Vitae, un

mensaje que quiere ser “plenamente humano”.

4-Hacia una renovación de la pastoral para la familia con la familia

La propuesta que surge entonces sobre todo de las más recientes publicaciones,

principalmente de las de autores que convergen en torno al “Instituto Juan Pablo II”, como ya

he señalado citando al Card. Ouellet, profesor de este instituto, es insertar a la familia en los

valores evangélicos, en la teología sacramental, en el misterio trinitario y de la esponsalidad y,

aún más, hacer de la familia directamente el punto avanzado de la evangelización ante todo

para volver a dar arrojo evangélico a los creyentes, con frecuencia amedrentados y afligidos

por el estado de ánimo de la derrota y paralizados por las barreras de la secularización.

37 BENEDETTO XVI, Dio è carità, Città del Vaticano, Libreria Editrice Vaticana 2006.

38 OUELLET M., Identità cristiana, Etica personale, Etica sociale, en “Anthropotes”, 15/2

(1999), p. 512.

Creo que esta propuesta, que pretende revivificar el mensaje de la Humanae Vitae,

será acogida, precisamente como el alma profunda del obrar pastoral y como el finalismo de

las iniciativas eclesiales para la familia y con la familia: se trata de custodiar el tesoro

evangélico por excelencia, el don de la comunión con el Cristo Esposo, con la comunión

trinitaria y con la Eucaristía en la cual Cristo celebra su donación y su unión esponsal con

toda la Iglesia y con la Iglesia doméstica.

Esto no debe sin embargo hacer olvidar –y no creo que sea esta la intención de los

teólogos recién mencionados- el apoyo que se debe ofrecer a la razón filosófica en la línea del

diálogo circular entre fe y razón, y entre ciencia y moral, diálogo en el cual la razón es sanada

e iluminada y no está nunca debilitada y apagada. Le fe busca la inteligencia y la inteligencia

busca la fe en su circularidad.

Aquellas filosofías que hoy están a favor del pensamiento débil, que niegan la

posibilidad de alcanzar lo verdadero y de definir el bien y, por lo tanto, generan escepticismo

y relativismo, deben ser tenidas en cuenta y deben ser confrontadas argumentando de manera

apropiada: el pensamiento filosófico de Juan Pablo II no nacía de la subvaloración de la

racionalidad, sino de una racionalidad abierta a Dios y a Cristo.

El pensamiento actual está penetrado de cultura científica, que está llena de estímulos,

invenciones y delirios y algunas veces dirigido hacia un nuevo super-humanismo: se debe

conocer esta realidad y saber redimensionarla críticamente.

El ecologismo actual, que tiene con frecuencia un alma panteísta y terrena y tiende a

hacer desaparecer el concepto de creación y de creaturalidad abrazando todo el universo en un

misticismo terrestre indiferenciado, debe ser objeto de crítica, precisamente para retomar el

llamado de respeto a lo creado. En otras palabras, para afrontar hoy la pastoral de la familia,

es necesaria, en una óptica de renovado conocimiento sapiencial de la teología, también una

sólida preparación sobre los temas antropológicos, sociales, bioéticos y de actualidad, por los

cuales los adultos y los jóvenes, que se preparan al matrimonio, y los cónyuges que se

encuentran viviendo en este tipo de sociedad, estén en condiciones de hacer una síntesis vital

y de percibir la respuesta a ofrecer a los interrogantes cotidianos, sobre todo cuando se trata

de actuar desde las elecciones en el interior de la familia, en los procesos educativos y en la

vida social en armonía con el plan de Dios.

Y será sobre todo la confirmación del testimonio de hecho de los jóvenes, de los

esposos, de los padres y de los educadores lo que podrá dar solidez a los requerimientos

magisteriales y a la acción pastoral, representando una providencial reserva que podrá

garantizar la continuidad del mensaje y su radicación, a pesar de la carencia numérica de

presbíteros y la problematicidad de las estructuras tradicionales de las parroquias.

La experiencia de los grupos de espiritualidad en el interior de los movimientos y de

las parroquias, el aporte de los Centros de Estudio sobre la Familia y el incremento del

estudio de la teología por parte de los laicos son signos de fecundidad y de esperanza para el

futuro.

+Mons. Elio Sgreccia

Presidente de la Pontificia Academia para la Vida