Por eso, Dios es el autor principal de las Escrituras. Esto quiere decir que la Biblia es ante todo obra divina, que está inspirada directamente por Dios, que es Él quien nos habla para comunicarnos su mensaje.
Leemos en Timoteo 3, 16: "Toda Escritura es divinamente inspirada". Esto es, toda Escritura es obra de Dios, que inspira al hombre lo que quiere.
En 2 Pe 1, 21 se dice: "La profecía no ha sido jamás pronunciada por humana voluntad, sino que, llevados del Espíritu Santo, hablaron los hombres de parte de Dios".
Y el Concilio Vaticano II lo confirma: "La Iglesia reconoce que todos los libros del Antiguo y Nuevo Testamento, con todas sus partes, son sagrados y canónicos, por que fueron escritos por inspiración del Espíritu Santo, tienen a Dios como autor y como tales han sido confiados a la Iglesiaz" (Divina Revelación, # 11).
D. Cómo se fue componiendo la Biblia
¿Cómo se compusieron los libros de la Biblia? Los acontecimientos que el Pueblo de Dios fue viviendo desde sus orígenes se transmitían de viva voz por el mismo pueblo.
Se fueron completando con más interpretaciones con el correr del tiempo, para descubrir su verdadero sentido. Esta interpretación se hizo siempre a la luz de la fe.
Al principio, se ponían ocasionalmente por escrito. Pasado el tiempo, alguien recopiló los diversos escritos, las tradiciones orales y los otros documentos existentes, formando así una herencia común redactada para todo el pueblo. Esta redacción se convirtió finalmente en el libro definitivo que ahora conocemos.
Los textos no siempre quieren presentar reportajes en directo, ni narraciones históricas o científicas. Son reflexiones de la fe sobre las grandes cuestiones del hombre o sobre los problemas que golpean a la vida de la Comunidad en un determinado momento.
Estas reflexiones hacen avanzar la revelación a través de todo el Antiguo Testamento, hasta llegar a la plenitud en el Nuevo. Pero el misterio de todo este proceso está en que siempre actúa la asistencia del Espíritu Santo. Por eso, el libro es fruto de la acción humana y de la acción de Dios.
La Biblia no es un libro caído del cielo, como pretende serlo el Corán, libro santo de los que practican la religión creada por Mahoma: "No hay más Dios que Él, el poderoso, el sabio. Él es quien hizo bajar sobre ti el libro de Él" (Sura 3, 6-7).
La Biblia ha tenido una larga historia, cuya reconstrucción está llena de complejidades: no disponemos de fechas precisas y datos para todos los libros de la Sagrada Escritura.
Por otra parte, no hay que olvidar nunca el dato de la tradición oral: primero la tradición, después la Escritura; es más, la tradición se mantiene como realidad viva que interactúa con los escritos durante todo el periodo de la formación del Antiguo Testamento.
Incluso, después de haber sido puestos por escrito, la mayoría de los textos bíblicos continuaron siendo leídos, actualizados, profundizados: sólo al final, se consideró al Antiguo Testamento como algo finalmente terminado.
Veamos ahora en este esquema las etapas de la formación del Antiguo Testamento:
a) El período de los patriarcas. El primer capítulo de la historia de Israel está ligado a tres generaciones (o tribus) de patriarcas arameos: Abraham, Isaac y Jacob (pertenecen al siglo XIX antes de Cristo, aproximadamente).
b) El Éxodo. Para la segunda gran "palabra de Dios" hemos de trasladarnos a los años 1250-1200 antes de Cristo. De un grupo de esclavos, Israel, a través de la gran "Pascua de liberación", pasa a convertirse en pueblo de Dios.
c) El periodo monárquico o de los reyes. Después de casi 200 años de lucha por la ocupación de la tierra de Canaán, sigue la larga experiencia de la monarquía (del año 1000 al año 587 antes de Cristo).
d) El Exilio o Deportación en Babilonia. El año 587 antes de Cristo cae Jerusalén y con ella se desmoronan los fundamentos de la historia de Israel: la dinastía de David, la libertad en la "tierra prometida", el templo de Jerusalén.
e) El período de judaísmo. Se llama así porque sólo un "resto" de los descendientes de Judá (hijo de Jacob y representante del Reino del Sur) vuelve a Jerusalén y a la tierra santa.
E. Fechas de composición
El Antiguo Testamento se escribe durante el largo periodo que va desde el reinado de Salomón, en el siglo X, hasta un siglo antes de Cristo.
El Nuevo Testamento, por su parte, se escribe desde unos veinte años después de la muerte de Cristo, en vida de la primera generación de cristianos hasta la muerte del último apóstol. Es decir, entre los años 50 y 100.
La Santa Biblia fue redactada por Profetas, sabios, poetas y apóstoles, durante catorce siglos, pero todos dirigidos e inspirados por Dios para que no escribieran ningún error espiritual. Los redactores más famosos de la Santa Biblia fueron: Moisés, el rey David, los profetas, Isaías, Jeremías, Ezequiel y Daniel. Los cuatro evangelistas San Mateo, San Marcos, San Lucas y San Juan y, por el apóstol San Pablo.
F. El lenguaje usado por los autores bíblicos
Si nos fijamos en nuestro estilo de hablar, veremos que una misma verdad la podemos expresar de múltiples maneras.
Corrientemente, no nos importa el modo, sino que vamos abiertamente a la verdad que queremos expresar. Por ejemplo, esta es la verdad que quiero comunicar: "estoy en una situación difícil que me hace deprimirme". Para expresarlo a un amigo, le digo: "Oye, estoy hecho polvo". No cabe duda que mi amigo me entiende perfectamente.
Otro ejemplo: un niño muere en un accidente. De este accidente son testigos el papá y la mamá que iban con el niño, el policía de tránsito y un señor extraño que pasaba por el lugar del siniestro.
Los papás, llevados por la impresión tremenda de que el muerto es su propio hijo, contarán con un realismo quizá exagerado hasta los últimos detalles del accidente.
El policía lo hará, probablemente, como quien relata un atentado policiaco. Está tan acostumbrado a presenciar escenas similares, que ya casi, una más, no le impresiona gran cosa.
Por su parte, el "señor extraño" que pasaba por allí y no tenía que ver nada con la cuestión, dirá las cosas sin dejarse llevar por la emoción.
¿Cómo la vamos a juzgar nosotros que no presenciamos el accidente?
Si nos referimos a los papás, diremos quizás que al hacer el relato fueron exagerados; del policía diremos que, como no se fijó bien, mintió; y del testigo casual diremos que, al no importarle lo sucedido, confesó cualquier cosa por salir del paso.
Todo esto está diciendo que a la hora de juzgar algo, hay que hacerlo teniendo en cuenta quien lo dice o escribe, e incluso las circunstancias del hecho sucedido.
El Concilio Vaticano II lo dice claramente: "Dios habla en la Escritura por medio de los hombres en lenguaje humano; por lo tanto, el intérprete de la Escritura, para conocer lo que Dios quiso comunicarnos, debe estudiar con atención lo que los autores querían decir y lo que Dios quería dar a conocer con dichas palabras. Para descubrir la intención del autor, hay que tener en cuenta, entre otras cosas, los géneros literarios" (La Divina Revelación, # 12).
Para hacer creíble su doctrina, los Testigos de Jehová y otras sectas, aparentan mucha erudición en campo bíblico y profano. Pero naturalmente no se trata de una verdadera cultura, puesto que su finalidad no es buscar la verdad, sino apantallar, desviar la atención del problema verdadero, crear la ilusión de que ellos están bien documentados y por lo tanto, sus conclusiones son confiables.
En lugar de hacer un estudio serio sobre un tema determinado, los Testigos de Jehová tratan de convencer, presentando una que otra cita, tomada de alguna enciclopedia, libro, revista o periódico, sin tener en cuenta el contexto ni la intención del autor, a eso se le llama "manipulación bíblica" y es un gran error, porque va en contra de la Biblia misma.
DIFERENCIA ENTRE LA BIBLIA CATÓLICA Y PROTESTANTE
( Autor: P. Paulo Dierckx y P. Miguel Jordá | Fuente Catholic.)
Qué diferencias hay entre las Biblias católicas y las Biblias protestantes? La Biblia no es un solo libro, como algunos creen, sino una biblioteca completa. Toda la Biblia está compuesta por 73 libros, algunos de los cuales son bastante extensos, como el del profeta Isaías, y otros son más breves, como el del profeta Abdías.
Estos 73 libros están repartidos de tal forma, que al Antig Testamento (AT) le corresponden 46, y al Nuevo Testamento (NT) 27 libros.
De vez en cuando suele caer en nuestras manos alguna Biblia protestante, y nos llevamos la sorpresa de que le faltan siete libros, por lo cual tan sólo tiene 66 libros.
Este vacío se encuentra en el Antiguo Testamento y se debe a la ausencia de los siguientes libros: Tobías, Judit, 1 Macabeos, 2 Macabeos, Sabiduría, Eclesiástico y el de Baruc.
¿Por qué esta diferencia entre la Biblia católica y la protestante?
Es un problema histórico-teológico muy complejo. Resumiendo mucho, trataremos de contestar esta pregunta.
Primero vamos a explicar cómo se formó la colección de libros sagrados del Antiguo Testamento dentro del pueblo judío. Y luego veremos cómo los cristianos aceptaron estos libros del A.T. junto con los libros del N.T. para formar la Biblia completa.
La antigua comunidad judía de Palestina
En tiempos de Jesucristo, encontramos que en Palestina el pueblo judío sólo aceptaba el A.T. Y todavía no habían definido la lista completa de sus libros sagrados, es decir, seguía abierta la posibilidad de agregar nuevos escritos a la colección de libros inspirados.
Pero desde hacía mucho tiempo, desde alrededor de los años 600 antes de Cristo, con la destrucción de Jerusalén y la desaparición del Estado judío, estaba latente la preocupación de concretar oficialmente la lista de libros sagrados. ¿Qué criterios usaron los judíos para fijar esta lista de libros sagrados? Debían ser libros sagrados en los cuales se reconocía la verdadera fe de Israel, para asegurar la continuidad de esta fe en el pueblo. Había varios escritos que parecían dudosos en asuntos de fe, e incluso francamente peligrosos, de manera que fueron excluidos de la lista oficial.
Además aceptaron solamente libros sagrados escritos originalmente en hebreo (o arameo). Los libros religiosos escritos en griego fueron rechazados por ser libros muy recientes, o de origen no-judío. (Este último dato es muy importante, porque de ahí viene después el problema de la diferencia de libros.)
Así se fijó entonces una lista de libros religiosos que eran de verdadera inspiración divina y entraron en la colección de la Escritura Sagrada. A esta lista oficial de libros inspirados se dará, con el tiempo, el nombre de «Canon», o «Libros canónicos». La palabra griega Canon significa regla , norma, y quiere decir que los libros canónicos reflejan «la regla de vida», o «la norma de vida» para quienes creen en estos escritos.
Todos los libros canónicos de la comunidad de Palestina eran libros originalmente escritos en hebreo-arameo.
Los libros religiosos escritos en griego no entraron en el canon, pero recibieron el nombre de «apócrifos», «libros apócrifos» (= ocultos), porque tenían doctrinas dudosas y se los consideraba «de origen oculto».
En el primer siglo de nuestra era (año 90 después de Cristo) la comunidad judía de Palestina había llegado a reconocer en la práctica 39 libros como inspirados oficialmente.
Esta lista de los 39 libros de A.T. es el llamado «Canon de Palestina», o «el Canon de Jerusalén».
La comunidad judía de Alejandría
Simultáneamente existía una comunidad judía en Alejandría, en Egipto. Era una colonia judía muy numerosa fuera de Palestina, pues contaba con más de 100.000 israelitas. Los judíos en Egipto ya no entendían el hebreo, porque hacía tiempo habían aceptado el griego, que era la lengua oficial en todo el Cercano Oriente. En sus reuniones religiosas, en sus sinagogas, ellos usaban una traducción de la Sagrada Escritura del hebreo al griego que se llamaba «de los Setenta». Según una leyenda muy antigua esta traducción «de los Setenta» había sido hecha casi milagrosamente por 70 sabios (entre los años 250 y 150 antes de Cristo).
La traducción griega de los Setenta conservaba los 39 libros que tenía el Canon de Palestina (canon hebreo), más otros 7 libros en griego. Así se formó el famoso «Canon de Alejandría» con un total de 46 libros sagrados.